Los históricos vuelven a casa

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Entre licencias y permisos, los capos disfrutan de nuevo de la libertad

06 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

A escasos kilómetros uno del otro estuvieron en los últimos días Manuel Charlín y Laureano Oubiña, el primero disfrutando de su jubilación en su casa de Cálago y el segundo pasando unos días de permiso con sus hijas en Cambados. Cualquier día, sus caminos se juntan con los de Sito Miñanco, al que ya le permitieron salir unos días de la cárcel y está pendiente de que le concedan otra licencia.

Y no, no son los años ochenta, cuando los tres -y quizás también Marcial Dorado, aunque este último de una forma más discreta- se repartían la tarta del negocio del narcotráfico en la ría de Arousa. Tampoco son los noventa, cuando el trío estaba en prisión. Es ahora, entrada la segunda década del siglo XXI, cuando con algunos años más y bastantes canas, unos y otros se dejan ver por la ría; el Viejo, porque ya cumplió su condena, y los otros dos porque o están a punto de conseguir la libertad o porque los jueces acceden a darles permisos atendiendo a su buena conducta o al cumplimiento de las tres cuartas partes de las penas. Tan solo Dorado deberá esperar para ver la luz al final del túnel, porque del mismo modo en que fue tardía su primera condena por narcotráfico, también lo fue su ingreso en prisión.

En la vida de Charlín, Oubiña y Miñanco, siempre estará presente el año 1983. Entonces le cayó al patriarca su primera condena por tráfico de drogas, y más o menos por la mismas fechas, al marido de Esther Lago lo implicaron también por vez primera en un alijo de hachís. Miñanco, por su parte, estrenó ese año la celda, aunque fue por una operación de tabaco en la que sus socios huyeron a Portugal.

En esa década los jueces, con Baltasar Garzón de abanderado y bajo la presión de las asociaciones antidroga, empezaron a buscarles las cosquillas a los narcos, pero no fue hasta los noventa, tras la operación Nécora, que las cosas se empezaron a poner serias.

Manuel Charlín fue arrestado por última vez en 1995, y estuvo casi veinte años sin ver la calle, porque cuando lo detuvieron por un alijo de coca solo llevaba seis días libre. Cumplió la pena casi íntegra. Solo al final se benefició de una refundición que le permitió salir el año pasado, antes de lo previsto.

Polémicos permisos

A Laureano Oubiña, que había huido a Grecia tras ser condenado por un alijo de hachís, lo detuvieron en el 2000, y hasta este año, solo pudo abandonar la cárcel para asistir, en el 2001, al entierro de su mujer, fallecida en accidente de tráfico. El segundo permiso carcelario que le concedieron este año fue, precisamente, para visitar la tumba de Esther Lago el día de Difuntos. Se licencia en un año, aunque su abogado pelea por conseguirle antes el tercer grado.

A Sito Miñanco lo pillaron en agosto del 2001 con las manos en la masa, o lo que es lo mismo, en las cartas de navegación, dirigiendo desde su chalé de Madrid una descarga de coca. Como ya cumplió las tres cuartas partes de su condena, este año se le concedió un permiso, y está a la espera de otro. Permisos cargados de polémica, porque hay que tener en cuenta que disfrutaba de la condicional cuando lo detuvieron en Madrid.