Ivan Basso, a quince kilómetros del triunfo final

Mariluz Ferreiro REDACCIÓN/LA VOZ.

PONTEVEDRA

30 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Quince kilómetros separan a Ivan Basso de la victoria. Un pequeño paseo por Verona que no debería interponerse entre el italiano y el escalón más alto del podio. El español David Arroyo confía en mantenerse en el segundo peldaño. Porque el Giro este año se cierra con una crono corta que se antoja insuficiente para que los especialistas especialistas rezagados sueñen con milagros. Y porque en la última cita con las cumbres, mientras cortaba la nieve del Gavia y subía las rampas del Tonale, el jefe de filas del Liquigas nunca se vio amenazado. El suizo Johann Tschopp levantó los brazos en la meta después de abandonar a Gilberto Simoni antes de la última ascensión. Pero el gran ganador fue Basso.

La etapa de ayer, el último bocado que la montaña pegaba al pelotón de la carrera, no parecía hermana de las precedentes. No se agitó el pulso de la clasificación general como en otras jornadas de esta agitada edición de la ronda italiana. O, al menos, no en lo que respecta al liderato.

Carlos Sastre apostó fuerte y perdió dos puestos. Se marchó en el kilómetro 57 a bordo de la fuga del día. Tras su intento fue superado por sus grandes rivales para entrar a más de tres minutos de ellos. Le sucedió lo mismo a Alexander Vinokourov.

Evans, reinventado después de su triunfo en el Mundial, lanzó un ataque a poco más de tres kilómetros de meta. Se marchó en busca del podio. Al final del arco iris el australiano parece haber encontrado su vena agresiva. Si hubiera abandonado el nido antes, posiblemente hubiera arrebatado el triunfo a Tschopp. Con su arranque, Evans propició el hundimiento de Vincenzo Nibali, el lugarteniente de Basso. Michele Scarponi fue a por el australiano y Basso siguió la estela del corredor del Androni. Faltaba la tercera pieza del rompecabezas de la montaña de este Giro. Pero Nibali no pudo seguir. Seguramente pagaba esfuerzos pasados y presentes. Scarponi se ha situado a solo un segundo del ciclista del Liquigas. Parte del podio se jugará en Verona.

Arroyo volvió a exhibir su templanza. La frialdad necesaria para dejar hacer y la fuerza suficiente para resistir. Salvo imprevistos, en Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, y del romance de Óscar Freire con el Mundial, un español tendrá también su trozo de gloria.