Con una tabla bajo el brazo

PONTEVEDRA

Las pequeñas Sara y Lucía comienzan a hacer sus pinitos sobre el agua con la ayuda de su padre, que practica surf desde hace veinte años

18 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Desde el mismo día en que nacieron, Lucía y Sara Pampín tienen una tabla de surf en su habitación, muy parecida a las que usa su padre desde hace veinte años, cuando los pontevedreses empezaron a ver en la playa a los pioneros locales de este deporte. «Fui de los primeros que comenzó aquí -cuenta- en A Lanzada, unos cuantos que íbamos cinco en una tabla. Y con traje de bucear, ni siquiera de surf».

Fue coger las primeras olas y engancharse. «Siempre me gustó el deporte, la bicicleta, el patín, la nieve y la natación -añade Pampín-. Y fue llegar a al playa y decir, esto me encanta». Y eso a pesar de que, como reconoce, la playa de A Lanzada, el santuario de los surfistas pontevedreses, no es que ofrezca grandes condiciones para la práctica de este deporte. «Hay mucha afición -afirma-, pero las olas en A Lanzada no son demasiado buenas. Es una playa normalita, quizá es mejor Montalvo, por la forma de los fondos. Pero en la primera necesitas que haya bastante temporal, que haya mar de fondo para practicar. Cuando llega la primavera y el verano, estamos casi todo el rato flotando, con más ganas que otra cosa».

Lo que hacen los entusiastas es viajar para buscar la ola, ya sea cerca a Portugal, donde Pampín asegura que en Viana do Castelo hay buenas playas para surfear, Ribeira, Noia o la costa de Lugo, Ferrol y Finisterre -«en general la costa gallega es buena»-, o a destinos más lejanos. «He estado en Brasil, California o las Maldivas y cuando practicas allí, valoras la calidad de las olas y disfrutas muchísimo más». Además de esa ventaja está también la de que el agua tiene una temperatura más cálida que la gallega. «Aquí es duro porque siempre durante todo el año tienes que llevar traje y allí puedes ir en bañador, es una gozada».

Primer contacto

Sus gemelas Lucía y Sara están comenzando a hacer sus pinitos sobre el agua. De momento, como dice su padre, «como un juego». «De hecho, la gente de las escuelas te dice que antes de los siete años (ellas cumplieron cinco el pasado lunes) un crío no tiene la capacidad para ponerse de pie solo, pero lo que quiero es que empiecen a tomar contacto y jueguen sobre la tabla, cojan olas tumbadas...», señala bajo la atenta mirada de sus pequeñas. De ellas, subraya que Sara es más lanzada que Lucía, aunque las habilidades técnicas de ambas son también gemelas. Las dos practican natación y cuando se les pregunta por sus preferencias, la segunda alude al surf, mientras la primera escoge los dos deportes, «nadar y surf; me gusta el agua».

Su madre, Ivone, es de Zarauz. También practicó surf cuando tenía quince años y su hermano competía. Así que las gemelas no solo se suben a la tabla en Pontevedra, sino también en verano en el País Vasco, donde, según su padre, «está la mejor cantera». «Aquí está más fría», dice Sara refiriéndose al agua, mientras asiente a su padre cuando nos cuenta que ambas ya tienen dos trajes, uno corto para el verano y el entero para el invierno. A la pregunta de si papá es buen profesor, responde también ella, diciendo que «bien».

El pasado verano ya avanzaron bastante, e incluso participaron junto a sus padres en el Cosmic Children Festival, en Liencres (Santander). «Ellas entraban en el agua -dice José Luis- ayudándonos y yo también competía con otros padres. Es un festival con un gran ambiente de playa, barbacoa, música...».

Lucía y Sara comenzarán este verano a ir a la escuela de surf de Federico Roldán, amigo de José Luis, e irán a clase en Zarauz, pero además los cuatro miembros de la familia practicarán también en una longboard, «porque así les será más fácil y a mí enseñarles».

Ellas, desde luego, lo tendrán más sencillo que su padre cuando comenzó, empezando porque viven muy cerca de la playa, en el lugar de Rouxique (Sanxenxo). «De aquella tenías que ir en autobús a la playa y, si querías ir a una competición, ya era una locura -señala Pampín-. Todo era mucho más complicado, pero ahora hay más facilidades». Muchos de los que comenzaron con él también llevan ya a sus peques. «Hay un gran ambiente», dice.