El cierre del camino judicial de la reclamación por injurias que ginecólogos y matronas del Hospital de Verín habían presentado contra el gerente del área sanitaria y contra su jefe de servicio pone el contrapunto final a una historia que tuvo durante unas semanas en vilo a toda la comarca y que llevó a Verín a los informativos nacionales. Aquel ¡Verín non se pecha! se convirtió en un eslogan contra el cierre de servicios en el rural con el que nos sentíamos representadas muchas. La Justicia, con sus tiempos, determina tres años después que no hubo nada injurioso en que los directivos sanitarios dijeran que, al nacer pocos niños en ese hospital, sus profesionales acabarían por perder pericia por falta de práctica. Se apoyaban, creo recordar, en datos de sociedades científicas sobre el mínimo número de partos necesario para garantizar una atención de calidad. La movilización ciudadana triunfó y el paritorio de Verín no se cerró. Tres años después de aquella clausura temporal, que la Xunta rectificó por presión popular, seguimos con pocos nacimientos en la provincia. Aunque el Hospital de Verín sí incrementó, duplicando incluso, el número de partos respecto a aquel 2019 en el que peligró el paritorio, todavía siguen siendo pocos los bebés ourensanos. Contrasta esta situación nuestra de envejecimiento con los datos de la bombardeada Ucrania, de la que siguen huyendo madres jóvenes con varios niños pequeños que están llegando estos días como refugiados a la provincia. En Ourense la maternidad es cada vez más tardía, cuando es, y reducida en vástagos pese a nuestro bienestar y número de paritorios.