Un club de medio centenar de mujeres revive el oficio tradicional y obtiene fondos para alimentar a niños de familias con dificultades económicas
19 abr 2016 . Actualizado a las 17:34 h.La lana solidaria se teje en Verín. «Tecendo Soños». Ese es el místico nombre del club de calceta verinense que desarrolló durante las pasadas semanas una actividad que va más allá de la mera labor semanal de tejer practicada por medio centenar de mujeres, la mayoría de ellas jubiladas.
El club de calceta puso a la venta sus prendas (bufandas, calcetines, patucos, gorros) durante dos días en la feria del Lázaro. El resultado fue la comercialización de más de un centenar de prendas elaboradas en los últimos meses con dedicación. Así fue como obtuvieron 500 euros para comprar comida para niños de familias con dificultades. Este es el segundo año en el que esta asociación promueve esta iniciativa, en colaboración con el Concello de Verín, durante la feria anual en honor al patrón verinense.
Una de las integrantes de la asociación, que inició su actividad hace ahora algo más de dos años, Marisa Antúnez Barreal, tiene claro que calcetar es mucho mejor para los nervios que tomarse un montón de tilas: «Es algo que tranquiliza mucho, es una actividad superrelajante en la que estás con la mente activa en la tarea, pero muy descansada». Una de las premisas que Antúnez quiere dejar claras es que pese a que el club no cuenta en estos momentos con ningún integrante varón sí lo hubo en su momento. «Calcetaba muy bien pero lo dejó por motivos laborales». Y asegura: «Estamos totalmente abiertas a que vengan hombres a la actividad. De hecho, es algo que recomendamos absolutamente, no hace falta insistir en que este es un club abierto».
«Tecendo soños» nació con unas treinta miembros, ahora son cerca de cincuenta. Todas las tardes de los jueves, a lo largo de todo el año, y en dos turnos, las asociadas se acercan hasta el señero local del viejo lavadero de Verín (remozado hace casi medio siglo) para confeccionar prendas.
La lana y el hilo son los materiales preferentes: «Cada cual confecciona lo que le apetece, normalmente prendas para nosotras mismas o para miembros de nuestras familias».
¿Y cuánto tiempo tarda en aprender un principiante con manos torpes? «Se aprende inmediatamente, al principio las manos pueden estar algo agarrotadas, pero en unas cuantas horas se pueden tener conceptos básicos y empezar a calcetar», según Marisa Antúnez.
En el caso de esta mujer, cuando se inició en esta actividad era muy joven: «En mi caso a mí me gusta vestir de negro desde siempre y en aquella época apenas había prendas de ese color salvo para señoras viudas mayores. Aprendí para confeccionarme mis propias prendas. De ahí hasta hoy», según rememora.
En el club nadie quiere protagonismo. Antúnez no para de insistir sobre ello: «Aquí todas somos iguales, no tenemos ni presidenta, ni portavoz, somos un grupo de personas de diferentes edades que venimos a confeccionar prendas, nada más».
La pretensión es que esta labor tradicional no caiga en el olvido. «En tiempos, hace décadas, sí que estaba un poco a la baja. Ahora vuelve a resurgir. Nosotros somos un ejemplo, ya que, insisto, cada vez se apuntan más personas al club», según esta asociada. El pequeño lavadoiro, de hecho, ya se empieza a quedar pequeño para acoger las actividades de esta agrupación.
El club está integrado en la denominada Escola de Familia Municipal en la que también se incluyen otras actividades y colectivos como «Kero-Informátika» centrado en las nuevas tecnologías, o «Kero-Kolo», de atención a los más pequeños.
Esta escuela lleva promoviendo diferentes iniciativas lúdicas y culturales desde hace varios años en la capitalidad del Támega.