Ella es nieta de emigrantes de Verín que en los años sesenta se asentaron en la villa marítima guipuzcoana de Pasajes. Actualmente estudia una carrera relacionada con los idiomas extranjeros y este año le concedieron una beca Erasmus para Grecia. Reconoce que la situación social y económica de ese país no es precisamente la más óptima, pero me comenta que los grupos industriales helenos, en especial el lácteo, son una auténtica mafia. Todos hemos leído que un litro de leche suele llegar a los 2 euros y que el yogur rondaba el euro por unidad. Claro, todos nos indignamos y nos solidarizamos con el pueblo griego, teniendo en cuenta que esos precios son incompatibles con la realidad social. Pero, según nuestra estudiante, el problema reside en que las mafias lácteas del país imprimen en los productos una fecha de caducidad muy corta en comparación con lo que podemos encontrar en los supermercados de aquí: ni 8 días para la leche, y los yogures algunos con máximo cinco días de caducidad. Encontrar cartones de leche o yogures con más de 10 días aptos para su consumo desde la fecha de la compra es misión imposible. A nuestra amiga no le extraña que las grandes empresas de la alimentación griegas hayan aumentado su facturación. A los amigos y simpatizantes de Syriza por estas tierras ibéricas no les vi criticar mucho este tema.