Caen las matrículas en las escuelas infantiles por el recelo de los padres

Cándida Andaluz Corujo
c. andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Primer dia en una escuela infantil
Primer dia en una escuela infantil Agostiño Iglesias

Las privadas iniciaron el curso con las familias pendientes de la evolución del covid

02 sep 2020 . Actualizado a las 21:57 h.

Tras cinco meses de cierre total, las escuelas infantiles privadas y las municipales de la provincia abrieron sus puertas -la red de la Galiña Azul de la Xunta lo hará el día 4- con la incógnita de conocer la respuesta de los padres. El primer día dejó en evidencia que hay muchas dudas entre las familias por la incidencia del covid, ya que la mayoría de las guarderías privadas todavía no han cubierto sus plazas (incluso en aquellas más solicitadas) y algunas recibieron menos de la mitad de los niños ya matriculados. Así las cosas, las escuelas infantiles comenzaron el curso con medidas extremas de seguridad que empiezan a la misma entrada, con la llegada y salida escalonada de los padres y los niños y la imposibilidad de que los mayores acompañen a sus hijos dentro el recinto.

«El cambio ha sido para todos y los padres han comprendido perfectamente la situación», señala María Jesús Álvarez, de la escuela infantil A Casiña, gestionada por Cáritas. «Entendemos la incertidumbre de los padres. Esta semana será de toma de contacto y creemos que paulatinamente se irá incorporando el resto de los niños», explica. La profesional señala que los que este martes acudieron a la escuela colaboraron perfectamente con las nuevas pautas marcadas por el covid. También abrió este martes la escuela infantil del campus de Ourense, con menos matrículas de las habituales. Bibiana González es su responsable: «La primera jornada ha sido de toma de contacto y hemos realizado casi todas las actividades en el patio de la escuela. Dejamos que los padres que vienen por primera vez compartieran parte de la jornada, pero a partir de mañana ya no podrán entrar». También, señaló, se ha notado un descenso en las matrículas. «Los padres están siendo precavidos. Creemos que muchos esperan para ver cómo evoluciona la pandemia. Seguramente se apuntarán más tarde», cree.

Las municipales gestionadas desde los Concellos también reabrieron sus puertas. Una de ellas fue la de Barbadás, uno de los municipios ourensanos con más crecimiento poblacional, donde se matricularon este año 73 niños. En este caso, los padres acudieron un día antes a las instalaciones para conocer las nuevas medidas impuestas por la alerta sanitaria.

«Ahora mismo son los lugares más seguros para los niños»

Varias escuelas infantiles privadas ourensanas forman parte de la asociación gallega que las aglutina y el protocolo de apertura está unificado. Beatriz Iglesias es su presidenta: «El primer día ha sido tranquilo. Hay que tener en cuenta que los niños necesitan un período de adaptación, tanto los nuevos como los que regresan, ya que han estado mucho tiempo en casa». Iglesias señala que se ha notado un descenso considerable en el número de matrículas. «Podemos decir que todas las escuela asociadas tienen alguna plaza libre. Creo que se debe a la incertidumbre. Los padres esperan para ver cómo va todo. No creo que tengan miedo a que el niño se pueda contagiar en la escuela infantil, porque ahora mismo son los lugares más seguros para ellos, es más por la situación global. Por ejemplo, creemos que algunos no se han matriculado a la espera de lo que ocurra con sus hermanos mayores. Los padres deben organizar todos los horarios», explica.

A pesar de la reticencia de algunas familias, Iglesias recuerda que la conciliación es un tema clave, no solo para los padres que regresan al trabajo tras las vacaciones sino para los propios pequeños. «Es indispensable que los niños se relacionen con otros de su edad. Estamos hablando de pequeños de entre 0 y 3 años. Son edades en las que el aprendizaje es muy importante», señala.

La presidenta de la asociación de escuelas infantiles de Galicia explica que todo ha sido preparado al milímetro para garantizar la mayor seguridad. «Los lavados de manos son continuos y en las escuelas los niños aprenden a hacerlo como algo cotidiano, como si fuera un juego. Además, hay turnos en el comedor para no juntar grupos. Está todo muy controlado», destaca Iglesias.