Resaca emocional

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE CIUDAD

13 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Termina un indudable fin de semana de emociones. Después de conocer la noticia de que Ourense contará con un rascacielos de 80 plantas y su consecuente felicidad -e infinito bochorno, Broncano, bochorno-, nos zambullimos en los días de mayor festejo patrio. Los magostos. Nuestros magostiños. En el caso concreto de mi grupo de amigos, este año decidimos que dormir es de cobardes y celebramos el auténtico «madrugosto»: desde las nueve de la mañana preparándolo todo -y admitiré que disfrutando como niños-. Recoger los kilos de carne, que a última hora envolveremos en papel de aluminio porque siempre compramos como si se tratase de la última cena; cortar leña y ramas; una clase de yoga mientras esperamos a que haya brasas; licor café casero y tortillas «sin» cebolla; guitarras desafinadas; caras negras de carbón y todas las risas del mundo alrededor de una hoguera improvisada. En definitiva, recordar lo que nos une y descubrir por qué motivo lo hace tan fuerte. Todo ello, mientras nos sentimos más ourensanos que nunca, porque hay castañas y porque el monte y el churrasco nos corren por las venas. La emoción no acabó ahí y es que el domingo era el momento de votar, revotar más bien. Y entonces vino el bajón, porque el miedo provoca tristeza, supongo. O porque la pena impide la evasión al temor, pero llegó. Tanto en forma de resultados como en falta de participación. Un 7 % menos de votantes en Galicia. Tenemos el derecho a quejarnos, pero desde luego el lugar para hacerlo está dentro de los sobres y debemos comprenderlo cuanto antes, por si toca volver a trivotar. Para irlo llevando y no olvidarnos de vivir, este finde: postmagostos.