El levantamiento de las franjas horarias aún causa confusión

O CARBALLIÑO

Santi M. Amil

En O Carballiño la Policía Local reconoce dificultades para aplicar las normas

09 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Niño, mayor o adulto que sale a pasear? La pregunta ya no tiene sentido en buena parte del término municipal de O Carballiño, por citar solo un ejemplo. Y es que los encargados de elaborar las normativas del estado de alarma derivado de la crisis del covid-19 tomaron en consideración las solicitudes de los gobiernos autonómicos y diferenciaron entre la demarcación de los ayuntamientos y los núcleos poblaciones.

En gran parte de las villas que son cabecera de comarca podemos hablar ahora de dos velocidades en la desescalada, con un caso quizás más acentuado en O Carballiño, donde son más de 2.500 habitantes los que ya no están sujetos a las restricciones de las franjas horarias delimitadas para salir a la calle. Al contrario, los más de 11.000 residentes del casco urbano deben seguir a rajatabla el reparto a la hora de organizar sus salidas.

L. M. R.

Francisco Valeiras, jefe de la Policía Local carballiñesa, incidía en que las sucesivas modificaciones dificultaban el trabajo de sus agentes: «Como se cambia cada dous por tres, aínda non o temos claro. Temos que definir o que é núcleo urbano, pero en algunha parroquia non sabemos como está contabilizada determinada zona, se rural ou urbana. As forzas de seguridade non estamos para interpretar, temos que velar para que se execute a normativa».

Valeiras Baranda cree que se debería informar a los ciudadanos de una forma más precisa, añadiendo que en las parroquias rurales no habían tenido grandes problemas, durante las vigilancias derivadas de las prohibiciones de desplazamiento.

Santi M. Amil

El alcalde Francisco Fumega también recordaba otra particularidad sobre la creación de la propia villa, reuniendo a cuatro parroquias. El regidor apela a la responsabilidad de los propios habitantes, porque en algunos puntos es difícil especificar dónde termina el núcleo urbano y dónde comienzan las zonas rurales: «O importante é utilizar o sentido común, non cabe dúbida de que a realidade que nos toca vivir é complexa e que nalgúns temas hai unha certa indefinición».

L. M. R.

En todo caso, en una ubicación como la de Veiga, cercana a instalaciones como la piscina municipal y el cuartel de la Guardia Civil, el joven José Luis Méndez señalaba que la nueva interpretación le parecía más lógica: «Por moi pegados que esteamos ao Carballiño, este é un pobo rural e a maioría é maior. Lévano ben e teñen coidado, pero non había por qué obrigalos a pasear a unha e outra hora, aquí hai espazo para que non cruzarse con ninguén. De feito, xuntando este pobo e o de Vilar, seremos cincuenta ou sesenta».

L. M. R.

Otro enclave tranquilo, pese a su cercanía al polígono industrial carballiñés es el de la parroquia de Seoane, donde Celsa Piteira sale de casa junto a su hija Concepción, para estirar un poco las piernas. La anciana sonríe al asegurar: «Gracias a Deus todos estamos ben». Y desarrolla sus propias claves para salir de la crisis sanitaria: «Coidámonos e damos os nosos paseos por aquí, isto é moito máis tranquilo que O Carballiño, non somos máis de cen veciños. Despois tamén hai que ter sorte para non contaxiarse».

L. M. R.

También se muestra relajado Manuel Otero, en la céntrica plaza de los Hermanos Prieto: «Toca facer o que digan as autoridades, pouco a pouco parece que hai máis tempo para saír e van abrindo máis cousas. Temos que colaborar todos». En cuanto a la obligatoriedad de seguir cumpliendo las franjas horarias: «Non hai problema, cada un temos a nosa e hai tempo para todos».

 

Desde Seixalbo consideran idónea la nueva normativa y varios pueblos despejan dudas

La nueva interpretación de la norma sobre la forma de contabilizar el número de habitantes tiene un impacto importante en villas como las de Ribadavia o Allariz, que bajan la barrera de los cinco mil habitantes y, por tanto, ven desaparecer las franjas horarias.

Y es algo que despeja otras interrogantes que afectaban a pueblos limítrofes entre concellos distintos. Es el caso de Celeiros, con parte de las casas en Allariz, de más de cinco mil y A Merca, que contaba con menos. Lo mismo que en As Casas Novas de Santo Estevo, con parte en la parroquia San Breixo dos Espiñeiros (Allariz) y otra en Armariz (Xunqueira de Ambía) o en Veiga, entre Celanova y A Bola.

El de Seixalbo es otro caso que llama la atención, como apunta Xosé Carballido, desde el colectivo vecinal San Breixo: «Este é un terreo de expansión e adáptase mellor a nova interpretación, porque temos zonas perfectas para o paseo e a veciñanza é bastante responsable, non hai problemas. Estabamos vendo a quen viña desde fora da parroquia e se notaba moita xente a partir das oito». De ese modo, señala además que al poder salir con anterioridad los residentes, quedará más espacio libre para otras personas que optan por dirigirse a los núcleos de Seixalbo y As Curuxeiras, de la misma parroquia.