Tras un mieloma múltiple y con una neuropatía este ourensano fue capaz de retomar su afición por el ciclismo

OURENSE

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Fernando González, vecino de Barbadás, se aferró a su familia y al deporte para paliar los efectos de sus graves enfermedades

29 dic 2023 . Actualizado a las 21:27 h.

La vida le dio una voltereta tramposa a Fernando González Carrera (Barbadás, 1966) un día de octubre del 2018: «Me diagnosticaron un mieloma múltiple (cáncer de sangre). Empecé el tratamiento en noviembre y en diciembre se suspendió e ingresé en el hospital debido a la paralización y pérdida de sensibilidad en las extremidades, por la toxicidad de uno de los medicamentos».

Después de un buen número de pruebas, a la enfermedad inicial se unió una neuropatía periférica en grado cuatro que le impidió caminar y sujetar objetos con la mano: «Fueron años duros, como cualquiera puede imaginar, era complicado asumirlo. Tuve que cerrar mi peluquería en el centro de Ourense (galerías Proyflem) y mi esposa también tuvo que dejar su trabajo, porque me convertí en totalmente dependiente».

Al hablar de Conchi, Fernando se emociona: «Sin ella no hubiera sido posible tirar para adelante, de ningún modo. Al final, ambos encontramos una motivación en el deporte y eso nos vino bien». Y es que su afición a la bicicleta fue una tabla oportuna a la que aferrarse en los momentos más delicados: «Siempre me gustó el ciclismo desde niño y llegué a participar en competiciones regionales en cadetes y juveniles. Tenía que enfrentarme a la realidad y las neuropatías causan entumecimiento y dolor en las extremidades. La única forma de paliarlo es moviéndose y tocaba esforzarse en ese sentido».

Fernando González y Conchi Díaz en la San Martiño inclusiva
Fernando González y Conchi Díaz en la San Martiño inclusiva

Antes comenzó a trabajar en el gimnasio Golfiños, en A Valenzá: «Tienen una pequeña piscina y la natación también me viene bien para evitar que la neuropatía avance. En todo caso, también hago trabajo específico en Neuroburgas, con profesionales en neurofisiología. Además, llevo ya unos años en las instalaciones municipales en el polideportivo de Os Carrís, que me sirven para mantenerme a tono».

Fernando ha encontrado herramientas para encarar sus dolencias con el mejor talante, si bien detalla que es importante su equilibrio emocional: «Además de mi mujer, mi hijo siempre ha sabido reconfortarme. Está en Madrid, pero aunque no lo tenga cerca, siento su apoyo. Es una excelente persona y solo me da alegrías, lo que ayuda a centrarme en mi recuperación. Además tengo la suerte de que el cáncer, de momento está ahí dormido».

Junto a Conchi, este vecino de As Lamas ya afrontó desafíos personales como la San Martiño inclusiva, que completó en silla de ruedas, pero su vitalidad le pedía más: «Siempre he sido optimista y creo que así tengo que plantearme la vida. Llevaba tiempo pensando en volver a acercarme al ciclismo y decidí comprarme una bicicleta con una asistencia eléctrica. De siempre, mi grupeta salía de casa para reunirnos en Sobrado do Bispo y subir al alto de Os Castros, cerca de la base de los helicópteros de Toén. Apenas hace unos días que tengo la nueva bici, pero pocos pueden imaginarse lo que significó para mí volver a sentir la sensación de subir hasta ahí». O sí podemos. Fernando está muy vivo y luchando por seguir pedaleando hacia sus retos.