Después de oír propuestas en las campañas políticas de acá e acolá, que diría mi abuela, quizás es buen momento para reflexionar sobre los apoyos y ayudas que reciben los clubes deportivos. Y no hablo tanto del mangoneo de la subvención al uso como del respaldo a un proyecto a medio y largo plazo. De todos modos, volveremos a hablar del tema, porque viste bien en campaña y, en nada, comenzaremos otra. Más que política, politiqueo.
Antes y remitiéndome al fútbol, sí podemos apuntar que los principales clubes de la provincia se han hecho acreedores a una inversión que, en todo caso, redunda en favor su afición y de la sociedad que los rodea. El Arenteiro fue, sin duda, el equipo del año llegando a la Primera Federación para elevar otro peldaño al fútbol ourensano. Es evidente que Argimiro Marnotes sabe algo de cómo moverse en los pasillos institucionales, pero también que trabajó para incrementar la inversión privada y su masa social. Por eso Espiñedo es una caldera y su equipo es top. En Segunda permanecerá el Ourense CF, otra planificación sólida, desde la base a un equipo que mejora en muchos aspectos, apostando por técnicos bien formados en todos los niveles y un primer plantel con vocación profesional.
En Tercera y mirando hacia arriba, la UD Ourense es un ejemplo de ideas claras y de equilibrio entre el corazón y el cerebro. Una idea de fútbol moderno y en expansión alrededor de un legado. También es sosegado el crecimiento de un Barbadás rearmado en la Preferente para sustituir a un Barco que ya toma nota de sus errores para subsanarlos. Eso sí, este año subimos al uno, al dos y al tres.