—¿Quiere regresar a Ourense?
—Por supuesto, es lo que más deseo en el mundo y ya solo me quedan tres años. Firmé un contrato de larga duración para ser militar hasta los 45 años, a partir de ahí me voy del ejército y puedo trabajar de lo que quiera. Solo me plantearía seguir, si hubiese una base en Galicia, pero no la hay.
—¿Y que plan tiene para entonces?
—Me gustaría montar una vinoteca en Ourense, porque me encanta el vino que se hace en la provincia, pero no lo tengo claro. Hace unos años que decidí dejar de hacer planes porque la mayoría de veces no salen. Quiero disfrutar de tener a los míos cerca y hartarme a viajar, que es algo que me encanta.
—¿Cómo gestiona el miedo?
—Creo que el miedo no arregla nada. Lo que tenga que venir, va a venir. Pero evidentemente lo experimentas. Recuerdo la primera vez que escuché un misil en una misión en Afganistán, pero diría que no es precisamente miedo lo que sientes, es algo así como una reacción anterior, más bien. Yo no soy valiente, soy algo cagona, pero estamos entrenados y en esos momentos sabes que has de seguir el guion de emergencia que tienes tan ensayado. Nuestra cabeza actúa y ya. Lo mismo que cuando me ha fallado el paracaídas, no puedo perder tiempo con el miedo, tengo que emplearlo en aplicar una solución, sino, si que me puedo despedir.
—¿Debería saltar en paracaídas?
—Por supuesto, yo ahora lo hago ya solo por placer y pagando. Pero con el ejército habré realizado unos quinientos saltos. Creo que es una sensación que solo puedes explicar si la vives.
Quién soy. «Ante todo soy una ourensana tremendamente orgullosa de mi familia, de mi ciudad natal y por supuesto de mi trabajo. Siempre estoy dispuesta a descubrir cosas nuevas y la aventura me llama todo el rato. Tengo muy arraigado el compromiso hacia los demás. Soy fiel, leal y muy sincera, tanto que a veces puede molestar. Y creo que, alguna vez, incluso he llegado a ser valiente».