Cuando dimitió Miguel Caride, Democracia Ourensana lo sustituyó en la Diputación por el mismísimo líder del partido, el flamante alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome. Regresaba así a un cargo que ya había ocupado en el pasado mandato, cuando acaparó un gran protagonismo con sus incendiarias intervenciones contra el presidente provincial, José Manuel Baltar, a quien calificaba, por ejemplo, como un «psicópata de corbata».
Quien pensase que su regreso ahora a la Diputación podría revolucionar la vida política de la institución se equivocaba. Desde que prometió su cargo el pasado mes de enero, Jácome no ha vuelto a abrir la boca y sistemáticamente abandona los plenos antes de que terminen. Este lunes volvió a irse cuando había pasado solo una hora en una sesión que se extendió durante tres horas y media. Se fue, según explicó su equipo, a una recepción de deportistas con discapacidad, un acto al que consideró que tenía que ir él —no sus concejales de Deportes, Asuntos Sociales o, incluso, Educación— y del que no informó ni el gabinete de Comunicación del Concello ni el propio alcalde en las redes sociales, en las que es hiperactivo.
El mismo regidor que critica a los concejales no adscritos por no asistir a los plenos extraordinarios porque esos «no se cobran», elude sistemáticamente sus responsabilidades como diputado provincial. Jácome va a los plenos de la Diputación y, aunque esté solo un ratito, cobra los 280 euros en los que está fijada la asistencia a cada sesión. Ejemplar.