No trascenderá como otras ocurrencias de su alcalde que pusieron a Ourense en los noticieros, porque es una fiesta local, pero la última boutade acerca de la pretendida innovación que Jácome quiere introducir en la tradicional celebración de los Maios ha sido ya para echarse a reír. Quemar el mejor maio para que la fiesta esté más concurrida, dice, como si fuera una falla. Es verdad que esta tradición se ha perdido en muchas localidades ourensanas desde hace décadas y que la capital, Allariz y algún pequeño lugar son los que mantienen el bastión de una celebración de la primavera que ha perdido su arraigo con el cambio de costumbres en nuestras sociedades más urbanitas. Igual el problema fue que a los regidores de los pueblos en los que se festejaba la fiesta de los maios y dejó de hacerse no se les ocurrió algo tan «original» como a Jácome. El pastiche cultural que quiere vender el líder de DO no se lo tragará mucha gente, creo yo. La oposición, como era de suponer, ya lo ha rechazado. Por otro lado, muchas fiestas que se celebran últimamente con éxito —antes de la pandemia, obviamente— como las noches de comadres previas al carnaval, la Festa do Boi de Allariz o la de la Istoria incluso, han surgido a partir de una interpretación o un añadido a una celebración perdida. Claro está que al menos se hace o se busca hacer con rigor y con respeto por el pasado. En el nuevo anuncio del señor alcalde no parece haber tales elementos. Ya puesto, ¿por qué no se viste de fallero mayor para quemar el maio-falla-hoguera de San Juan en la plaza?