Adaptarse

María Doallo Freire
María Doallo NO SÉ NADA

OURENSE

29 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mis Halloween siempre fueron en Madrid. La verdad es que existiendo aquí el entroido, con su magia, su tradición y su buena dosis de disfraces originales y currados hasta el extremo, no vi yo la necesidad de adolescente, de ponerme a montar una fiesta terrorífica a un fin de semana de celebrar los magostos -en nuestro caso los madrugostos-. Sin embargo, en la capital lo petaban. Al principio, cuando todavía estábamos en el colegio mayor, íbamos a fiestas organizadas en discotecas. Luego, directamente las montábamos en casa. Decorar, preparar tonterías para picar, disfrazarnos lo peor posible y maquillarnos mal, muy mal. Recuerdo reírme a carcajadas al ver las pintas con las que terminábamos. Pero eso nos pasaba a menudo, fuese Halloween o no. Cuando volví a casa -me refiero a Ourense, claro- estaba llegando la costumbre también aquí. Y la verdad es que no me subí a la rueda. No sé si por vagos o porque ponemos mucho empeño en el madrugosto -se llama así porque empezamos sobre las ocho de la mañana-, pero en mi grupo no le prestábamos demasiada atención. Este año me encantaría juntarme con ellos y vestirnos de muertos. Y hacer el idiota sin hora de cierre. La imposibilidad de la situación me impide que sea en persona, pero he pensado proponerles una videollamada conjunta para motivarnos y reírnos un rato. Lo bueno de iniciativas como las de Meraki y Calpurnia's Bakery es que contagian las ganas de suplir un problema con una solución a la medida. Que si no puedes salir a pedir dulces, te los llevan a casa. Y si no puedo juntarme con mis amigos en persona, que sea a través de una pantalla.