La soledad que habitas

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

La fotografía conceptual de Eva Díaz en la decana galería de arte Marisa Marimón

16 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

«El ámbito iluminado por la ciencia está rodeado por un espacio en tinieblas tan extenso, que ha de parecer ridícula la pretensión de limitar la existencia al hábitat del conocimiento». Juan Benet.

La reputada galería Marisa Marimón dirigida con coherencia, criterio y valentía por Marisa y Nuria Marimón celebró con la exposición de la artista visual Eva Díez, Lugar de Ausencia, un cuarto de siglo dedicado a valorar, promocionar y dar visibilidad al arte contemporáneo de calidad con método y honestidad encomiable.

Resistencia, perseverancia e integridad para mantener un ágora imprescindible en Ourense para el arte contemporáneo en el que la galería Marisa Marimón establece un diálogo necesario de cultura con las tendencias más innovadoras. Veinticinco años luchando por una cultura amenazada por el mercado, cosificador y aniquilador de la creatividad del alma y de la inteligencia humana, la flagrante desconexión del público y su poco interés por crecer alimentando un criterio formado en la visita a exposiciones, la apatía, el inmovilismo y el aborregamiento cultural hacen que su esfuerzo sea reconocido tanto como su nombre, que como marca define personalidad y coherencia.

En Lugar de Ausencia Eva Díez recupera la metáfora obsesiva de la casa como territorio interior que se expande dialogando con una externalización del elemento conceptual en el paisaje.

El hogar como espacio acotado y de incertidumbre. La externalización de lo privado confinado en el ámbito doméstico, en el silencio de la paz armada que habita en nuestro interior. Espejismo, ilusión o realidad. La palabra es la casa del ser, habitamos el mundo en función de los que podemos llegar a definir, según Heidegger.

Ocupamos un espacio que tomamos, acotamos, reservamos en nuestro habitar efímero pero somos el silencio que no cabe en las palabras también en lo que no sabemos definir y aunque no tenga nombre, prevalece.

Lugar de Ausencia es un proyecto específico que se expuso en la Sala Cava del centro Can Basté de Barcelona y hoy presenta la galería Marisa Marimón.

La impronta del hogar

Eva Díez trasladó una estructura elemental de una casa construida en espejo y metacrilato al norte de Escocia, localización elegida para sus fotografías. En ellas reflexiona sobre la impronta del hogar en el ser humano, concepto culturalmente aprehendido e instalado en el subconsciente colectivo. Casa refugio, protección pero también espacio de confinamiento y vacilación, quebradizo y frágil como el cristal que estructura su intervención, acotando un espacio en el que el paisaje se refleja.

Un juego de luces y de reflejos en la fluidificación del paisaje en una cuaternidad unitaria de cielo-agua, espacio y objeto que los vincula a través del reflejo y los aleja conceptualmente a pesar de su pertenencia mutua en la imagen, una estructura que hace del «mundo esencia haciendo mundo» (Heidegger).

La casa representa la familia, el patrimonio, la cultura. Microcosmos gregario y humano, civilización.

«Habitar es vivir humanamente» escribió Gianini. Eva Díez subraya la relación dialéctica que se establece entre construir y habitar entre lo íntimo o reservado y lo público para elaborar este argumento, oculta datos en la imagen falseada por la intervención y desvela un paisaje revisado desde la intimidad de lo subjetivo, introduciendo el reflejo como elemento subreal y generando como Milo Moire con su performance feminista del cubo de espejos cierta dependencia entre el objeto y el contexto desde una mirada poética.

El elemento onírico se hace presente en el objeto descontextualizado fluidificando en el agua y la imagen especular que revierte en dos tramos: el reflejo del espejo y el reflejo del conjunto invertido en el agua construyendo una imagen emocionante y sugestiva paracinematográfica en el total hundimiento de la estructura en el agua. Desde la transparencia de lo invisible a la realidad del objeto en el espectro visible, falseado por el encuadre interesado, el contraste y la textura modulada por la luz o su ausencia.

La tensión de un espacio tan inmenso como vacío con la poesía descarnada y desierta de lugares y no-lugares cargados de simbolismo, una ausencia humana con el desasosiego que se gesta en un silencio poblado de ecos, reverberaciones y mitos. Un escenario interior plagado de acordes tan inmenso como intangible como la reconstrucción de un paisaje de Magritte. Un pictoricismo emocional, monumental como lugar enfatizado y solemne de naturaleza religiosa.

Permanencia y tránsito. La inmensidad como contenedor de la nada y esencia de lo absoluto.