Aunque no lo parezca, ya estamos a las puertas de una nueva campaña electoral. La falta de capacidad de los políticos actuales a nivel nacional para ponerse de acuerdo nos obliga a todos los ciudadanos a volver a pasar por las urnas. El mandato, como todos los que se hacen en las urnas, había sido suficientemente claro, pero se ve que ninguno de los dirigentes de las principales fuerzas políticas a nivel nacional lo entendió. ¡Hay que negociar y pactar! Intuyo que el resultado del 10-N volverá a arrojar un escenario similar, más allá de las subidas y bajadas que se vaticinan, pero nadie logrará los votos suficientes para alcanzar una mayoría absoluta y, a partir de ahí, otra vez a la casilla de salida. Y mientras tanto, las principales reivindicaciones de la provincia de Ourense se van quedando por el camino. Nada se sabe, más allá de un anuncio puntual, de infraestructuras claves para el desarrollo provincial como las autovías a Lugo y Ponferrada. Tampoco de la variante exterior del AVE o de la variante Norte. Son proyectos que llevan, en algunos casos, lustros encima de la mesa pero que siguen sin arrancar. Con un gobierno en precario no lo van a hacer, eso está claro. Y Ourense no está para esperar más tiempo, porque el tren ya pasó tantas veces por delante de nuestra estación figurada que parece difícil lograr que por fin se detenga. Y es que en muchas ocasiones, nuestros representantes políticos se perdieron en batallas locales que lo único que hicieron fue ahuyentar las inversiones públicas y privadas. Y así estamos, por ejemplo, sin una triste plaza hotelera termal en la ciudad, ahora que al termalismo no le falta mucho tiempo para estar demodé.