«Y puede que los androides acaben deseando ser humanos, como en la novela de Philip K. Dick que inspiró Blade Runner, pero también puede que las personas queramos ser como robots para solucionar lo cotidiano»
06 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Felizmente superado hace unas semanas el trámite de la declaración del IRPF de todos los años, reconozco que pasé unos días abrumada por mi incapacidad para conectar con el organismo recaudador. Hubo jornadas en las que de verdad deseé ser un robot para entenderme con el organigrama digital creado por la Agencia Tributaria, ese organismo tan eficaz. ¡Quién diría que iba a suspirar por las declaraciones en papel! Lo digital se había tragado el dichoso número de referencia necesario para acceder al borrador. Y los días del plazo iban pasando. A toda prisa, pude solicitar una cita presencial en una delegación ourensana. Salvada por la campana. Entenderse con la Administración siempre fue complicado, ya en la era de papel, y ahora en la digital parece que eso no va a mejorar. Todos mis datos están por ahí pero ¡ay de mí! si se me olvidan la contraseña, la referencia, la copia de seguridad o lo que sea que se requiera. El problema es mío, lo sé, por no ser nativa digital ni siquiera usuaria avanzada. Pues lo que me espera a mí y a los que son como yo. Porque las máquinas, la inteligencia artificial, van a seguir su avance imparable en todos los terrenos. Y puede que los androides acaben deseando ser humanos, como en la novela de Philip K. Dick que inspiró Blade Runner, pero también puede que las personas queramos ser como robots para solucionar lo cotidiano. En cierta manera ya lo somos. Nos reseteamos o nos reciclamos más o menos tanto como materia física como laboral. Aunque queden resquicios psicológicos que pueden salir en forma de bloqueo ante otra declaración.