Los Mayos

Manuel Mandianes FIRMA INVITADA

OURENSE

Santi M. Amil

05 may 2019 . Actualizado a las 16:53 h.

Durante los últimos días de abril y los primeros de mayo, los romanos celebraban el día de Flora, madre y reina de todas las flores, y esposa de Zéfiro quien le hizo disfrutar de una eterna primavera. Tenía poder sobre las heladas abrasadoras, los vientos impetuosos, las tormentas feroces, el granizo destructor; también controlaba la fertilidad y esterilidad de las mujeres con el manejo adecuado de flores propicias. Flora no era una divinidad severa, por eso admitía entre sus fieles y devotos las masas plebeyas, las prostitutas que distribuían a manos llenas la belleza de su plena edad con hombres de paso; por eso, los juegos florales celebrados en su honor eran auténticos espectáculos mundanos, banales que no tenían nada de trágicos. Porque todos los colores encierran toda la belleza, todos son los colores de Flora. Para los romanos, mayo era el mes de la fecundidad, proyección de la energía vital (Ovidio, Los fastos, V, 183-378).

La noche del primero de mayo el agua adquiría virtudes preventivas y curativas y las brujas se reunían para repartir las moscas y el agua de todo el año entre los vecinos. La gente atribuye las alteraciones atmosféricas producidas por la última luna roja de abril, al hecho del encuentro entre los habitantes de los dos mundos y trata de recuperar el equilib­rio con las rogativas. En muchas partes de Europa, el número de matrimonios descendía alarmantemente durante el mes de mayo porque la salida de los espíritus que habitaban en el mundo subterráneo, al salir a la superficie con el corte de las hierbas, causaban un profundo desequilibrio en las relaciones humanas.

El día uno de mayo es la fiesta de santa Walpurge, piadosa benedictina inglesa quien, siendo abadesa de Heidenheim, fue iniciada en las artes mágicas. Su poder contra la magia, dio origen a los fuegos de la noche del 1 de mayo contra todos los maleficios, origen de la Noche de Walpurgis (Goethe, Fausto).

El primero de mayo jóvenes, vestidos con ramas de árboles, recorren, aún en nuestros días, los caminos. Las coplas de los mayos, como el testamento del carnaval, reparten juicios sanciones y premios por todo lo ocurrido durante el año, al mismo tiempo, son una auténtica manifestación de literatura popular, tal vez una prolongación de alguna fiesta indoeuropea a la que se le han ido pegando cosas de todas las culturas que han invadido los pueblos que las celebraban. En muchos pueblos de Europa, por estas fechas, hacen representaciones y se visten de mayos, casi siempre, los solteros y las solteras y en muchos pueblos conocen estas celebraciones con el nombre de «expulsión de la muerte». El 3 de mayo, día de la Santa Cruz abundan las manifestaciones por toda España. En Laza (Ourense) tiene lugar el Adan y Eva, sacrificio de Isaac, restos, sin duda, de un acto sacramental medieval.

Todos los mayos son el mismo Mayo que se manifiesta de diferentes maneras en los miles de pueblos de Europa que perdura esta tradición. Hoy los mayos, en muchos pueblos de la provincia de Ourense, son una manifestación de arte popular, «arte efímera», que dura «el tiempo de un suspiro si se exceptúan aquellos que sean indultados por sus buenas hechuras y extraordinaria belleza», me han dicho.

El calendario no es una tabla en blanco. Cada ideología, cada institución ha tratado de perpetuarse poniendo su hierro sobre los momentos más oportunos del ciclo anual.

Manuel Mandianes es antropólogo del CSIC y escritor. «En Blanco», novela, es su última publicación.