«Estoy satisfecha con la respuesta de la gente de Galicia»

Maite Rodríguez Vázquez
Maite rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

La asociación que preside Daysi Ramírez orienta a los venezolanos que llegan obligados al éxodo por la situación «extrema» en su país

20 mar 2019 . Actualizado a las 13:57 h.

La asociación cultural Cantaclaro, con sede en Celanova, está siendo un pilar importante para dar apoyo y asesoramiento a los venezolanos que llegan huyendo de la miseria y el caos que están dejando desolado al bello país caribeño. La conexión con Celanova siempre fue fuerte; desde mediados del siglo pasado fueron los habitantes de la Terra de Celanova quienes emigraron a Venezuela. Y ahora se mantiene el vínculo con los venezolanos que llegan ante el gravísimo deterioro de la situación en su país. Cantaclaro ha puesto en marcha un programa de formación, el proyecto Brújula, ha participado en campañas de recogida de medicamentos y en las concentraciones para exigir una transición política con elecciones libres.

-¿Ven algún avance en la situación política con la movilización de Guaidó y la presión internacional?

-Hay mucha expectación internacional por si hay una actuación militar externa de la ONU. Se cree que esa puede ser la solución pero lo que la Asamblea Nacional de Venezuela pretende es que la situación se arregle desde el mismo país. Se declaró el estado de alarma debido a la falta de electricidad y a que medio país ha estado sin luz. La asamblea nacional y Guaidó están buscando un acuerdo para que la usurpación decida abandonar y entregar el poder sin intervención extranjera. La situación es extrema en Venezuela, sin luz para los hospitales ni en las calles. Las centrales han explotado por sobrecargas. La situación es caótica. Tenemos esperanza de que las cosas no vayan a más porque, si no, será un holocausto.

-Si la vida ya estaba siendo difícil, ahora todavía más...

-El Estado venezolano, con el régimen de Maduro, no hizo mantenimiento de las centrales eléctricas en los últimos veinte años. Ahora, cuando se apaga una turbina ya no vuelve a funcionar. De 54 centrales que había solo quedan quince para abastecer a todo el país. Y está habiendo contaminación y vertidos a los ríos e incendios forestales alrededor de las subestaciones. Al no funcionar las bombas, también hay falta de agua. La gente se muere en los hospitales, porque no funcionan los equipos de respiración o diálisis.

-¿Siguen día a día lo que pasa?

-Tenemos familia y amigos allí y estamos todos preocupados porque no hay forma de comunicarse. El Gobierno tiene controladas las comunicaciones, la prensa está manejada y la única compañía telefónica, funciona con intermitencias al no haber electricidad. Hay quien cobra un dólar por dejar cargar el teléfono diez minutos. No hay comunicación de un estado a otro. La información nos llega tardía. Sabemos que hubo una masacre de una población indígena. Y nosotros aquí estamos con las manos atadas. Está cerrado el envío de ayuda. Aunque queramos enviar, lo más probable es que sea saqueado en la aduana. No quieren que entre nada. El aeropuerto de Maiquetía tiene muy pocos vuelos.

-¿Continúa el éxodo venezolano a Galicia o ya no pueden salir?

-La frontera con Colombia se cerró. Pero hay pasos más pequeños o vía México o Estados Unidos. La gente se arriesga por las trochas selváticas. Aquí estamos esperando que lleguen más familias. No tenemos censo, pero vendrán unas dos familias cada semana y eso se nota mucho en los pueblos. No estamos preparados en infraestructuras.

-¿Cómo lo están notando en las asociaciones de venezolanos?

-Tenemos una parte de recepción. El Ayuntamiento de Celanova nos cedió un espacio de trabajo para orientar a la gente que llega, para decirles que tienen a Cruz Roja, Cáritas o el Banco de Alimentos para ese primer auxilio, en sus primeras 24 o 48 horas aquí, en las que no saben adonde dirigirse. La gente viene muy triste, con una mano adelante y otra atrás y se pregunta qué hacer. En Cantaclaro estamos desarrollando el proyecto Brújula, con talleres de formación para que la gente se pueda presentar a los exámenes para adquirir las competencias clave. Se les dan clases de Matemáticas, Lengua, Inglés o Galego para que se puedan presentar el 11 de mayo. Como voluntarios tenemos ingenieros, profesores o psicólogos. También estamos trabajando para tener un convenio con alguna autoescuela para que puedan tener descuento.

-¿Tuvieron que cambiar el enfoque de la asociación?

-Era una asociación para actividades lúdicas y lo seguimos manteniendo, con acciones culturales o bailes. Pero sí hemos tenido que cambiar el enfoque porque la sociedad que está llegando cambia.

-¿Se está recibiendo aquí bien a los venezolanos?

-Estoy satisfecha con la respuesta de la gente de Galicia. Se han hecho campañas de recogidas de medicamentos e insumos. Nos preguntan qué necesitamos y nos traen ropa o mantas, que entregamos pues aquí no almacenamos. La gente es muy receptiva. No queremos laureles. Ojalá lo que hago yo aquí lo hagan por mi familia en Venezuela. Sé que mi país va a salir adelante y a Galicia le beneficia, porque viene gente preparada y están consiguiendo trabajar en su área.