Por suerte para muchos, el último temporal ha alejado el riesgo de emergencia por sequía. Después de varios meses de sol, la lluvia de los días pasados ha devuelto la tranquilidad a muchos ciudadanos, pero sobre todo, ha debido ser un respiro para quienes los gobiernan, que de momento pueden aparcar las medidas urgentes a poner en práctica para paliar los efectos de la falta de precipitaciones. Si es que tenían ya pensadas algunas, claro...
Y es que, hay que reconocerlo, el tiempo puede ser muy útil a la hora de hacer política. Hemos visto, en este sentido, que no es la prevención ni la política forestal eficaz la que evita -lo sabemos por experiencia- que haya un verano de miles de incendios, sino la sucesión de chubascos. También sabemos que no hay mejor medio de extinción que la borrasca para sofocar la peor oleada de fuegos.
Y una vez más ha vuelto a ser el tiempo el que ha dado una tregua, llenando los embalses lo suficiente para tirar unos cuantos meses más. Por ahora es probable que no haya que hacer frente a restricciones y que los ciudadanos volvamos a usar, y abusar, de los recursos libremente, mientras las instituciones se preocupan de cosas que seguramente son mucho más urgentes.
Más nos vale que siempre sea así. Que cada vez que tengamos un problema gordo que resolver venga la climatología a poner las cosas en su sitio, porque realmente los políticos ya tienen demasiadas cosas en la cabeza. Para qué pensar en la mejor forma de que no se quemen los montes cada verano si al final siempre llega el chaparrón y los apaga, y para qué cavilar sobre cómo vamos a gestionar la sequía. Pero, ¿ y si no llueve?