Sucedió estos días en tierras provinciales ourensanas. Dos locomotoras Alvia tuvieron que detenerse dado que los motores se sobrecalentaron y llegaron supuestamente a más 100 grados. Y esto todo con las consiguientes molestias y trastornos para los pasajeros. Pregunta así del montón: ¿Si le vendemos a los árabes unas locomotoras AVE de Medina a La Meca, qué tipo de temperatura en el desierto van soportar sus motores? Porque si tienen el mismo aguante que los circulan entre Padornelo y Samil, tenemos yihad ferroviaria a la vista y los saudíes no se conforman con trapalladas semánticas. Pero no se crean que es un problema solo hispánico. Hace tres años, Merkelandia andaba en esta época con unos calores similares y en los famosos ICE (los AVE teutones) de nueva generación no arrancaba el sistema del aire acondicionado con temperaturas de 40 grados. Circulaban pero como oferta de sauna veraniega, con el trágico balance de varios fallecidos por golpes de calor, fallos cardíacos, ataques de pánico etcétera. Los cuadriculados ingenieros nunca contemplaron el factor calor sahariano como elemento a tener en cuenta, solo el frio típico de carácter ártico que suele congelar las vías en invierno. Les aseguro que la gran Ángela le echó una histórica bronca monumental a la empresa Siemens que los dejó fritos y helados al mismo tiempo.