Solo ocho de los empleos gestionados por el plan Incorpora fueron para ourensanos
02 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Todos recordamos de nuestra etapa escolar aquello de que el cuerpo humano se divide en cabeza, tronco y extremidades. Sin embargo tener una enfermedad que afecte a la primera de esas partes no supone el mismo trato de la sociedad que si el problema está en una pierna o en el hígado. Las enfermedades mentales -son muchas y muy variadas- siguen suponiendo una barrera social casi imposible de superar para quienes las padecen. Hasta el punto de que, al margen de que les incapacite o puedan hacer una vida completamente normal, ven limitados derechos básicos, como el acceso al trabajo, solo por el hecho de no ocultarlo. Así lo aseguran los responsables de Feafes Galicia, la federación que agrupa catorce asociaciones de familiares y personas con enfermedad mental, entre las que está una ourensana: Morea.
Esta entidad, cuyo objetivo es defender los derechos de estas personas y generar medidas que favorezcan su calidad de vida y la de sus familias, lucha prácticamente desde su creación para demostrar que las personas que tienen una enfermedad mental pueden ser válidas y productivas para la sociedad. Por ello la integración laboral forma parte esencial de su trabajo.
En el recién terminado 2016, y a través del programa Incorpora de la Obra Social La Caixa, Feafes atendió a 318 personas con enfermedad mental que estaban buscando empleo, de los que 39 eran ourensanos. El programa Incorpora tiene como base de funcionamiento formar a las personas en aquellas tareas o puestos de trabajo que mejor se adaptan a las necesidades del mercado laboral de cada zona. Es decir, se capacita a los futuros trabajadores a la medida de sus potenciales empleadores. Eso supone un trabajo de prospección en el tejido empresarial, contactando con las empresas de cada zona para conocer esas necesidades concretas e invitarles a abrirse a este colectivo haciéndolo partícipe de sus ofertas.
El trabajo de los técnicos que desarrollan el programa incluye un servicio integral que abarca tanto a las personas que participan en el programa como a las empresas, proporcionándoles el asesoramiento y la información necesaria, y apoyándoles durante todo el proceso de inserción, desde la fase de selección hasta la completa integración en el puesto de trabajo.
Durante el 2016 se visitaron en toda Galicia 60 empresas nuevas y 138 ya conocidas por iniciativas anteriores, y de esa intermediación se lograron 90 ofertas de empleo. El peso del empresariado ourensano es, en el cómputo global, aún muy bajo, en parte por el limitado tejido empresarial de la provincia. Las cifras son gráficas al respecto. Hubo veintitrés visitas a empresas de la provincia y finalmente se recibieron doce ofertas de empleo. De los 72 contratos que se firmaron en toda Galicia solo ocho fueron para ourensanos.
Las inserciones logradas pueden parecer pocas pero cada una de ellas es un todo un logro para la federación y las asociaciones que trabajan por los derechos de las personas con enfermedades mentales. No solo por lo que supone para quienes consiguen el contrato, sino porque ellos abren camino en las propias empresas que se convencen en la práctica de que este colectivo no merece ser excluido del mercado por prejuicios poco fundados.
A los empleos logrados con el plan Incorpora hay que sumar los que se consiguen a través de la bolsa de empleo de la entidad, que en 2015 facilitó 319 contratos de trabajo que fueron ocupados por 182 personas -en muchos casos son empleos temporales- del total de 2.631 que estaban en el servicio a finales de año.
Menos del 5 % de los afectados consiguen encontrar un trabajo estable
Los datos del censo de la Consellería de Política Social reflejan que en Galicia hay 29.814 personas que tienen algún grado de discapacidad por enfermedad mental. Según explican en la federación de asociaciones de afectados, menos del 5 % tienen empleo estable. A ello hay que añadir un dato más que revelador del nivel de estigmatización social que sufre este colectivo: cerca del 50 % reconoce haber sufrido algún tipo de discriminación laboral.
«O traballo non é só unha fonte de ingresos e de independencia económica, senón que tamén é un factor estabilizador e integrador que identifica ás persoas como elementos activos na sociedade. E, ao igual que lle sucede ó resto, as persoas con trastronos mentais ven no emprego un camiño cara a normalización», señalan desde Feafes. Los psicólogos recuerdan que la faceta laboral es una fuente que contribuye a la propia identidad, favoreciendo sentimientos de utilidad y motivación personal. «Ademais neste caso o traballo ten unha función terapéutica, substituíndo o rol de enfermo polo rol de traballador», añaden.
Uno de los deseos para el año que acaba de iniciarse será seguir avanzando en este camino pero, como bien saben en Morea, los estigmas que rodean a estas personas son duros de pelar. La entidad ourensana lleva varios años realizando encuestas entre los ciudadanos aprovechando citas como la Feira da Saúde, para analizar si se avanza en el conocimiento de lo que realmente son las enfermedades mentales, pero los resultados suelen ser decepcionantes incluso entre los más jóvenes.