Habitando la forma dactilar del alma

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

«Soy Mujer» se expone en el espacio de arte de Roberto Verino

12 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Danzas con cartílagos de penuria y traición, el sentimiento amniótico de la culpa: No soy yo, dices Y soy todas. Danzas con botas sin zancadas, Tu rostro sin piel, Solo huesos que carecen de muecas?» Ulyses Villanueva.

El prestigioso fotógrafo Alberto Heras, presenta su proyecto artístico, fruto de ocho años de trabajo y compartido con el poeta Ulyses Villanueva: Soy mujer, en el Espacio de Arte Roberto Verino, a través de una selección de fotografías en blanco y negro, que forman parte de la serie realizada para este trabajo y que exponen el desnudo como un análisis de las formas femeninas, a través de las que, el cuerpo, se presenta como territorio, hábitat, como mapa, crisol de las distintas personalidades en sus fallas, arrugas y pliegues que la piel descubre como victorias. El tratamiento del desnudo como tema o pretexto, se yuxtapone a la elegancia del enfoque de las formas mostradas y a la intensidad de las identidades y el vigor de sus personalidades mediante la captura psicológica que Alberto Heras subraya en sus miradas, en el rigor de los cuerpos y sus poses, con una identificación con el sexo femenino a través de su propia sensibilidad. Así , las modelos, no profesionales, enigmáticas y sensuales, más que mostrarse se presentan con gran dignidad y en la implacable belleza que da la seguridad que parte del conocimiento y la aceptación de uno mismo frente a los variables y absurdos estereotipos estéticos que alienan, castran y frivolizan sobre la naturaleza femenina. El reputado fotógrafo, atraviesa la imagen y el concepto más allá del género, señalando la esencia misma de una mujer que disfruta de su cuerpo sintiéndose dueña de su territorio. Una mujer que representa a todas. Una mujer que se gusta y reniega de su condición de musa heredera de una visión androcéntrica del arte y la historia a la que fue relegada y se magnifica como sujeto y no objeto de miradas masculinas cosificadoras y denigrantes. Heras aporta la belleza de los encuadres y su adiestrada captación de las formas en diálogo con los espacios, la atmósfera y el mobiliario sobre el que construye la escena. Imágenes de inusitada belleza en la bicromía escueta y expresionista del blanco y negro con esa grandiosa capacidad de atrapar el instante en los retratos descarnados y profundos de Robert Mapplethorpe y esa violencia desgarrada, expresiva y musical, de pasado bucanero, de Rock&Roll, de cuero y carretera de Alberto García Alix.

El proyecto constituye la expresión del concepto en su extensión a través de dos lenguajes creativos distintos: fotografía y poesía. La mirada la materializó Alberto Heras y la parte escrita Ulyses Villanueva desde la profunda intensidad de sus poemas. La imagen deja paso a la palabra, la palabra tatúa el sentimiento hecho voz en la anatomía de la mujer.

Formas de gran fisicidad que introducen el paisaje orgánico de la carne, la cartografía del deseo y de la piel con sus lunares, manchas, pliegues, arrugas y cicatrices. Como un testimonio de vida y plenitud. A través de los violentos escorzos y contrastes de luz, Heras volumiza las formas modelando texturas en espacios de perspectiva descentrada, alterando las distancias en un espacio 0, de fondo neutro y atemporal, amniótico, que magnifica el protagonismo de la anatomía femenina en un primer plano que acerca la piel al espectador, en forma de desnudo heroico clásico, venus púdica, o en escorzos que hipertrofian y desvían el protagonismo del cuerpo priorizando el gesto o la anécdota como hace Tracey Emin en sus impactantes fotografías de componente narrativo. Heras, distorsiona el espectro no visible , intuitivo, en los desenfoques graduales o concretos e interesados con sensación de movimiento, con una sutil revisión a la obra de grandes fotógrafos como Newton o William Klein en la representación de la mujer como icono y entidad y en las localizaciones, sean de interior para escenas de alto contraste y de mayor intimidad y no lugares (común y despersonalizado como una biblioteca, asépticas habitaciones de hotel) o exteriores abiertos con ilusión de paisaje en un lejano segundo plano bajo su mirada personal y el encuadre objetivo del cuerpo como protagonista.

crítica de arte