El artista induce a la reflexión sin dirigir el pensamiento. Es un arqueólogo buscando la huella del hombre en el paisaje por eso la presencia figurativa es escasa en la obra: solo Juan Fontaíña (mariscador) planea sobre encrespadas olas sobre una inmensa pared de agua y el propio fotógrafo distorsiona su imagen al verse como Narciso revertida a través del espejo móvil de las aguas marinas. El mar generador de vida, alimento y amor, el mar como tumba.
La efímera huella del hombre
El existencialismo del memento mori que, subrayada la imagen construida y dramática a modo de escenografía, por los versos de Graña, recuerda la efímera huella que deja el hombre en el infinito en un universo de círculos concéntricos que nos recuerdan nuestra naturaleza insignificante con el recurso de la reduplicación, sensación de espejo y reflexión de la luz, alterando objetos y perspectivas en las visiones y trascendiendo a una realidad invisible situada en el espectro visible de otra dimensión conceptual, estética y expresiva.