s difícil ostentar un cargo de representación institucional. Hay que reconocerlo y en los últimos días hemos vivido varios ejemplos de lo complejo que es el saber estar en política. Si te vas a hacer una zona quemada y te dejas hacer una foto, los del bando contrario te crucifican y te cantan aquello de «menos samba e máis traballar», o lo que es lo mismo, menos foto y más tomar decisiones. Pero si no te preguntarán a voz en grito -o a titular por día, como se quiera- si eso es lo que te importan tus vecinos que ni apareces para darles apoyo y ver con tus propios ojos lo que pasa. Si pasas el domingo en tu casa viendo el partido de fútbol y desconectas el móvil, como no te ven, no pasa nada; pero si vas al campo de fútbol, aunque estés con el teléfono conectado, te recriminan que te des el lujo de un rato de asueto en vez de estar al pie del cañón. Si estás en la oposición puedes hacerte foto en los montes y ponerte detrás de las pancartas en actos que tú no has convocado, pero si lo haces mientras estás en el gobierno prepárate para que te acusen de manipular y ser un buitre carroñero que aprovecha la desgracia para lograr rentabilidad electoral. Si, es difícil y son muy pocos los que dominan el sutil arte de ser la mujer del César -aquella que, según el refranero, no solo tiene que ser honrada sino parecerlo-, y la mayoría de nuestros líderes se llevan palo porque reman y palo porque no reman por su propia avaricia de votos y su falta de memoria para recordar lo que criticaron a otros.