Paco Rodríguez

José Manuel Rubín Y

OURENSE

10 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

a nada extraña en política. Acumulamos tantas experiencias de todo tipo (positivas y negativas) que es difícil que alguna nueva pirueta llegue a sorprendernos. Pero siempre hay algún dato que produce asombro. Aunque sea pequeño en su enunciado pero grande en su significado. En la fiesta (¿o no lo era?) organizada ayer por el PSOE en Expourense se percibió con nitidez que los odios internos pesan más que la necesidad de enviar mensajes de unión a la ciudadanía. Aunque las normas de protocolo dicen que la máxima autoridad en un concello es el alcalde esa realidad no se visualizó a orillas de As Burgas. El PSOE perdió una oportunidad de oro para que todos los cargos socialistas gallegos que ayer viajaron a Ourense le dedicaran un caluroso aplauso a Paco Rodríguez, el alcalde socialista que obtuvo en las pasadas municipales el mayor crecimiento de España, tanto en votos como en ediles. Pero no. Al buen alcalde se le privó de la oportunidad de subir al estrado, dar una cortés bienvenida y decir, como en una metáfora, que Ourense (icono de la resistencia socialista el 22-M) sería la Covadonga del PSOE y que a partir del acto de ayer no tocaba sino insuflar ilusión para vencer a las encuestas y al PP. Paco Rodríguez se quedó con las ganas. Eran más las inquinas y los enfrentamientos producto de las imposiciones en las listas y de las luchas subterráneas que vive el socialismo galaico, que las ilusiones compartidas y la confianza en el éxito del 20-N.