El pasado 28 de abril tuvo lugar en el Centro Cultural de la Diputación un acto jurídico que mantiene viva la presencia institucional del legado de uno de los grandes pintores ourensanos: Manuel Prego de Oliver (1915-1986). Los hijos del artista han cedido una selección de la obra -cuadros, bocetos y dibujos- que dejó su padre sin destino al morir. Y la depositaria de ese legado es la Fundación Casdemiro, gestora del patrimonio del profesor Julio Francisco Vázquez y su esposa. Carlos Casares, que fue buen amigo y contertulio de Prego de Oliver, le catalogó como «una de las figuras más importantes de la historia de la pintura gallega» y le consideró como «un pintor del gozo de la vida». Consideraba además su pintura «esencialmente poética». Un gran pintor, en ciertos casos puede merecer un museo con su nombre; pero, en todo caso, al menos debería poder contar con un espacio institucional propio para la exposición de su obra. Y éste es por fortuna el caso de Prego, ya.