La transición de poder

OURENSE

21 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Es verdad que las personas pasan y las instituciones quedan. Las primeras tienen fecha de caducidad desde el inicio de los siglos y las segundas permanecen a través de los siglos. Esta verdad de perogrullo no se visualiza en el día a día. Hay múltiples ejemplos de personas que se creen más importantes que las instituciones y que escenifican el clásico «El Estado soy yo», del absolutista rey francés, Luis XIV. Es difícil encontrar a personas (sea en una gran institución o sea en una pequeña asociación del rural) que no se crea tocada por la mano de Dios y tenga la percepción, seguro que sincera, de que el futuro de la entidad es negro sin su aportación. Y, a la inversa, la de quien cree que nada existía hasta que él apareció en escena. Si estas percepciones del que se cree insustituible y del que se cree salvador no estuviesen tan arraigadas, las transiciones de poderes se harían de otra forma. Véase el PP capitalino con sus reuniones con distintos sectores sociales. No se visualiza la transición. El PP actual, el que está en el Concello de Ourense, no tiene nada que ver con el PP que va a estar a partir del 22 de mayo. Arropando a quien aspira a la alcaldía ourensana se ven personas que quieren colocarse en la lista del 22-M pero no las que están representando a las siglas en la actualidad. ¿Por qué ocurre eso? Pues porque los políticos piensan más en sus proyectos individuales que en el bien colectivo. Y si el PP es un ejemplo, los hay similares en el PSOE y en el BNG.