Los fichajes del verano futbolístico siempre animan el cotarro en el mes de agosto. Páginas y páginas se escriben en la prensa deportiva y no deportiva sobre los movimientos de los cracs del balón. No se trata de una práctica exclusiva del deporte rey. En política, cada cuatro años se produce un fenómeno similar con movimientos en los «tres grandes» para ocupar un puesto en el equipo titular. Como en el fútbol, la cantidad y la discreción de los movimientos dependen de cómo haya ido la temporada, o en este caso la legislatura. Veamos cómo está el mercado de fichajes en el Concello de Ourense.
El PSOE es el que más fácil lo tiene y sería el Barça de la corporación local. Ha sido el último campeón y nadie discute a su particular Guardiola (Francisco Rodríguez). Sobre posibles fichajes para apuntalar el once inicial hay más dudas, pero la tranquilidad del éxito les permite realizar los movimientos con sigilo. Además, el míster parece tener claro quienes son los intocables del equipo y quiénes tendrán que luchar por mantenerse en el puesto.
Más complicado lo tiene el PP. Es, sin duda, el Real Madrid de la política local. Un pasado glorioso de títulos que ahora no llegan. Un mayoritario respaldo social y una nómina deslumbrante de galácticos que luego no se traducen en títulos por los caprichos de la democracia. En ese escenario, el particular Florentino Pérez del PP (José Manuel Baltar) rechazó la opción de dar un golpe de efecto a lo Mourinho (Mario Conde) y apostó por un hombre de la casa como Rosendo Fernández. Y mientras, Poly Nóvoa haciendo el papel de Pellegrini, como entrenador con fecha de caducidad.
Y el BNG, al más puro estilo Celtiña . Con líos de juzgados de los anteriores jefes, un nuevo míster (Isabel Pérez), y una masa social dividida. Pese a los malos augurios, el BNG, al igual que el Celta, sueña con volver a ser de Primera.