Poly Nóvoa

Antón Feito

OURENSE

13 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Me dicen que pareces un viejo socialista. Que estás más depre que Felipe González delante del eufórico ZP. Que tu natural alegría se ha esfumado ante la fuerza de un apellido de Esgos y la blandura de otro de Os Peares. Me cuesta creerlo pero, la verdad, en las fotos no pareces la alegría de la huerta. Y no me refiero a la magnífica imagen de Miguel Villar en la que Baltar te daba una colleja pública delante del Ourense oficial. Esa me sirvió para reafirmarme en el concepto que tengo de ti de caballero (bien lo demostraste actuando de telonero en el acto del viernes en el Sanmiguel), de tío noble, sin dobleces. ¡A buenas horas se atrevería Baltar a hacerle ese gesto a otros líderes que fue laminando! Pero contigo sabe que, haga lo que haga, le respetarás. Te humille doblándote la cerviz o te intimide zarandeándote por las solapas. El buen Poly nunca se encabritará. Pedirá perdón (sin tener que hacerlo) o esconderá su humildad en la última fila. En esto también te gana Baltar. Él acomoda la conciencia y la sonrisa al interés mientras tú penas tu soledad después del último batacazo político. Fuiste el único portavoz del PP en las grandes capitales al que el partido defenestró. Perdiste por menos votos que los de Santiago, A Coruña, Vigo o Pontevedra y ellos tienen la segunda oportunidad que a tí te niegan para poner en tu lugar al ex alcalde de A Merca. A pesar de ese duro e inmerecido castigo político, te susurran al oído las bondades de que acompañes a Rosendo Fernández en la lista del PP como número dos, o tres, o quizás cuatro. Saben que tienes los votos. Saben que hay miles de personas que te votan a tí porque te quieren. Y tus jefes, los que te humillaron mandándote al banquillo, necesitan de ese cariño para llevar al PP a la alcaldía. Espero que después de tanto desprecio todavía te quede un gramo de dignidad para decirle a los Baltares: «¡Basta, o electricista de Cudeiro non é unha marioneta!». Porque no lo eres. Porque eres una gran persona pero, para tu desgracia, también un gran pardillo político.