Un cierre de taller tras otro

Pepe Seoane OURENSE

OURENSE

PILI PROL

Crónica | La difícil supervivencia de las pequeñas factorías del sector textil El ambicioso plan de creación de cooperativas promovido hace dieciocho años por la empresa Adolfo Domínguez se extingue arrastrado por la crisis de producción

23 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

?a mayoría de edad está muy cara en la empresa. Y en el sector textil, más todavía. El cierre de la cooperativa San Miguel, en Taboadela, cuyas puertas dejaron de abrirse con regularidad al mismo tiempo que caían las primeras horas del calendario correspondientes a marzo, es bastante más que el mero cese de actividad de una empresa. El golpe de persiana tiene en este caso tintes simbólicos. En septiembre del año 1988, cuando arrancó esta cooperativa bajo la indisimulada tutela de la empresa Adolfo Domínguez, entonces una sociedad familiar que viajaba en la ola buena hacia la popularidad, aparecía como el estandarte de un ambicioso proyecto que tal cual se vendía merecía el aplauso de propios y extraños. Era, se decía, una de las vías para normalizar un sector que entonces aparecía frecuentemente relacionado con la economía sumergida. De contratos en precario, alertas sobre la presencia de los inspectores de trabajo y carreras para ocultarse en las grandes cajas reservadas para el transporte de los trajes, saben y recuerdan con una sonrisa (o una mueca, depende...) muchos de quienes trabajaban en un sector pujante y con gran proyección, cuando el triunfalismo oficial decía que Galicia era jauja y seríamos más que Milán. De las cuatro cooperativas que entonces iban a marcar el camino, sólo queda ahora una, funcionando a medio gas y con la amenaza del cierre tan visible como los grandes números de las cuentas de resultados de las firmas punteras. El peche de Taboadela tiene, por ello, una notable carga simbólica. Después de malvivir en los últimos meses, para no decir ir sobreviviendo en los últimos años, renuncian, se van, incapaces de luchar contra el gigante chino. Ni un esfuerzo más. Nogueira de Ramuín La cooperativa San Miguel de Taboadela, como la de Xunqueira de Ambía y la de Maceda, nacieron animadas por la sociedad Adolfo Domínguez, en cuyos planes iniciales aparecía una cuarta, en Nogueira de Ramuín, que no llegó a cuajar, pese a los esfuerzos y el interés mostrado en su día por el entonces alcalde, José Luis Baltar. La iniciativa prosperó en los tres primeros municipios, en todos los casos con apoyo de los respectivos ayuntamientos, que facilitaron los terrenos donde se construyeron las naves. La casa madre , por su parte, gestionó las subvenciones y dirigió todo el proceso, incluida la selección y formación del personal, aparte de la compra de maquinaria, para que los talleres fuesen útiles a sus necesidades. Los cooperativistas, por su parte, pusieron su cuota de inversión. Hasta aquí, con sus matices, la cara. Maceda abrió la crisis La cruz llegó después. A golpes, sin continuidad. La cooperativa de Maceda fue la primera en caer. No llegó siquiera a saborear las mieles. El taller permaneció cerrado varios años, reabrió tiempo después ya desprovisto del toque romántico que casi siempre aporta la etiqueta cooperativa, como una factoría más de la empresa que había promovido su construcción, pero se extinguió inexorablemente devorada por el libre comercio.