¿Dónde están las llaves?

A. N. OURENSE

OURENSE

SANTI M. AMIL

Crónica | El jardín de O Posío abre a media mañana Usuarios de uno de los parques más emblemáticos tuvieron que recurrir a la Policía Local para acceder al recinto porque a las diez y media de la mañana seguía cerrado

15 ago 2003 . Actualizado a las 07:00 h.

?gosto no tiene excepciones. La creencia administrativa de que todo cierra por vacaciones se extiende como mancha de aceite. Si a esto añadimos que en mitad del mes cae un festivo, además a viernes, de inmediato lo asociamos a un puente. De jueves a lunes, todo cerrado. Nadie madruga, nadie tiene prisa, nadie está. La ciudad languidece, está vacía y todo se puede hacer más tarde, incluso puede quedar sin hacer. Falsa creencia. A pesar de que se cuentan por miles los ourensanos que se escapan estos días de la capital, son cientos los que la visitan. Los hoteles presentan buenos niveles de ocupación y las excursiones se detienen en los rincones más típicos. Pero también son muchos los ciudadanos que no buscan el refugio agosteño fuera de su residencia, porque no pueden o porque no quieren. Su refugio es, entonces, la misma ciudad de siempre, más tranquila, más solitaria, pero la misma. Es posible que por esta circunstancia quieran seguir disfrutando de los espacios en los que se esparcen también el resto de año. Pero la administración no lo entiende de la misma manera. Sus trabajadores tienen horario de verano e invierno y creen que en el estío todo empieza más tarde. Ayer por la mañana, más de un usuario del jardín de O Posío se tuvo que dar la vuelta cuando quiso entrar. Eran las diez y media. Tal vez las diez y media de la madrugada para algunos funcionarios del ayuntamiento. Varias personas, habituales moradores de este espacio verde trataron de entrar, sin conseguirlo. Algún vecino decidió entonces pensar en ellos y llamó a la sede la Policía Local para reclamarles la apertura del recinto. Tampoco fueron muy explícitos, ni siquiera diligentes, a decir de la persona que les llamó. Cuando ya muchos -la mayoría de avanzada edad- habían desistido de entrar, las puertas se abrieron. Ya era media mañana, la hora a la que se suelen levantar los alérgicos al madrugón. «Lo peor es que unas palomas se quedaron sin desayuno porque no pude entrar para darles unas migas que les traía», lamentaba ayer un anciano, todavía con una bolsita en la mano. Quizá él debiera ser el depositario de las llaves. O las palomas.