Gaza congelada en la desesperanza

Yashmina Shawki
YASHMINA SHAWKI CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

DAWOUD ABU ALKAS | REUTERS

14 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras se suceden las lluvias torrenciales en Oriente Próximo, lo que ha provocado inundaciones desde Gaza hasta el Kurdistán iraquí, la situación de los palestinos permanece congelada en el tiempo sin visos de solución a corto plazo. Cierto que el alto el fuego ha traído algo de paz pero siguen produciéndose fallecimientos tanto por algunos ataques esporádicos como por la ausencia de una atención sanitaria adecuada. A la espera de que Hamás haga entrega del cadáver del último rehén israelí en su poder, el sargento de policía Ran Gvili, para que pueda iniciarse la segunda fase del acuerdo, Gaza sigue en la parálisis de una supervivencia en condiciones inhumanas.

Muchos analistas estiman que ni Hamás ni Israel desean que se dé por finalizada la primera fase del pacto. Los primeros porque tendrían que entregar sus armas y ceder el poder que han ejercido de manera tan absoluta y cruel durante décadas mientras que a los segundos tampoco les interesa ceder el control militar del área a una fuerza de contención internacional.

Además, el desacuerdo de principios entre EE.UU. y la UE sobre cómo implementar la segunda fase del acuerdo de paz, evidencia tanto la falta de consenso occidental como las dificultades de implementación de un pacto cuya redacción y aprobación ya fue muy procelosa y difícil. A EE.UU. le interesa, fundamentalmente, la desmilitarización de la zona que impida una escalada en la violencia mientras que a la UE le preocupa la gestión humanitaria en Gaza. Ambas cuestiones no son incompatibles. No solo hay que eliminar las armas e inhabilitar a los grupos militares sino iniciar la reconstrucción y la atención sanitaria y humanitaria para todos los gazatíes. Cuestión aparte es cómo se pueden llevar a cabo.

Entre tanto los gazatíes siguen sufriendo la violencia de los enfrentamientos sobre el terreno entre diferentes facciones palestinas, continúan viviendo en tiendas de campaña y chabolas construidas con chatarra rodeados por escombros y en condiciones higiénicas inadmisibles, sobreviven con escasos alimentos y aguardan sin esperanza a una atención sanitaria que no puede ofrecerles las medicinas que necesitan para seguir adelante. Como suele suceder, unos por otros, la casa sin barrer.