Informa La Voz que el Consejo de Ministros cesará hoy a Antonio Hernández, mano derecha de Paco Salazar y director del departamento de Coordinación Política en el gabinete de la Presidencia del Gobierno, ante la «insostenible situación» creada por las informaciones que le colocan como supuesto encubridor del acoso sexual a dos trabajadoras de las que el tal Salazar era superior jerárquico. Hernández lo niega todo, pero la situación ha concluido con su marcha «acordada» para no perjudicar al Ejecutivo. Al mismo tiempo, deja también la ejecutiva del PSOE en Andalucía, comandada por María Jesús Montero.
Sánchez intenta cerrar la crisis, que algunos consideran, a pesar de todos los conflictos que rodean al presidente del Gobierno, como la más grave de todas las que se han declarado en las filas socialistas. La gestión de las denuncias de acoso sexual contra Salazar puede no parecer un mayor escándalo que los tejemanejes de Ábalos, Koldo y Cerdán, pero lo cierto es que tiene una mayor carga simbólica. Muchos creen que se trata del asunto que, internamente, más daño ha hecho a Pedro Sánchez desde que recuperó el mando en su partido en el 2017. Y es que si de algo ha hecho bandera el actual Gobierno de España es de feminismo. Por ello, especialmente las mujeres no acaban de entender la actitud del propio Sánchez, que intentó barrer debajo de la alfombra y ocultar este escándalo. Al líder socialista le encanta decir que la gran diferencia entre el PSOE y el PP a la hora de afrontar diferentes conflictos es la contundencia con la que actúa el partido socialista. Pues bien, la contundencia y rapidez en el caso Salazar brillaron por su ausencia, no en vano fue en el mes de julio, hace casi medio año, cuando se reveló que Paco Salazar había tenido comportamientos deplorables con varias mujeres.
Parece obvio que el presidente del Gobierno intentó proteger a Salazar, quien desde el principio se mostró como un servidor fiel del líder y a quien, a buen seguro, se deben muchos favores. Y aquí cabe hacerse la pregunta: ¿era posible no saber que alguien tan cercano tenía comportamientos inadecuados con las mujeres? ¿Era posible viajar por toda España en un Peugeot y no descubrir que Ábalos y Koldo eran dos sinvergüenzas que trataban a las mujeres como meros objetos sexuales? Es evidente que, si no nos chupamos el dedo, deduciremos que Sánchez sabía que sus subordinados eran unos machistas redomados y que su comportamiento era contrario a los principios del Partido Socialista Obrero Español.
Pedro Sánchez tendrá que intentar minimizar los daños que esta situación ha podido causar entre el voto femenino, un voto fundamental para los socialistas, dado que en él estaban depositadas sus grandes esperanzas de cara a unas elecciones que pueden celebrarse antes de tiempo. Hasta ahora, si algo había caracterizado a Sánchez era su olfato político y el don de la oportunidad. Sabía aprovechar las buenas olas y se adelantaba a los acontecimientos. Con el caso Salazar ha demostrado que, o no es tan listo, o que sus principios no son tan fuertes y dignos como pretendía hacernos creer.