La reciente aprobación de la nueva moratoria del eucalipto en Galicia abre un nuevo tiempo de reflexión sobre el futuro de nuestro monte. Desde el Clúster da Madeira e o Deseño de Galicia consideramos que esta medida debe ser valorada, en primer lugar, por los afectados directamente: los propietarios forestales. Son ellos quienes soportan el peso económico y la responsabilidad de la gestión y por eso las políticas que les den flexibilidad y alternativas rentables serán siempre bien recibidas. La moratoria no puede ser entendida como una paralización, sino como una oportunidad para acertar en las políticas forestales y planificar un modelo más equilibrado y sostenible.
Galicia necesita un modelo forestal que apueste por la diversificación, la planificación y la sostenibilidad, capaz de combinar eucalipto, coníferas y frondosas con criterios técnicos y de equilibro territorial, alejados de posiciones ideológicas o simplistas. No se trata de decidir entre eucalipto sí o no, sino de definir con rigor dónde, cuánto y cómo. En este sentido, resulta imprescindible avanzar hacia una regulación de las plantaciones de eucalipto que considere todas las circunstancias que concurren en cada territorio.
Dicha regulación debe orientarse a incrementar la productividad y evitar el abandono, pero manteniendo los compromisos adquiridos en el Plan Forestal. Al mismo tiempo, deben establecerse estrategias que mejoren la rentabilidad de las frondosas y las coníferas, de manera que el propietario privado encuentre motivos reales para invertir en su monte. La prohibición del eucalipto, si no se garantiza la rentabilidad de otras especies, no asegura por sí sola la diversificación ni el buen manejo del territorio.
La política forestal debe permitir la coexistencia equilibrada de especies, reforzar la cadena de valor del sector y garantizar una viabilidad económica de las explotaciones. Solo así será posible evitar el abandono rural, que es la verdadera amenaza de nuestro territorio. Conviene recordar que el 98% de la superficie forestal gallega es de titularidad privada. Sin la implicación activa de los propietarios es imposible garantizar una gestión ordenada y sostenible. Y sin rentabilidad económica, no hay gestión forestal posible. Un monte abandonado es un monte vulnerable; un monte productivo, en cambio, es un monte protegido. En definitiva, desde el CMD apoyamos toda medida que permita al propietario decidir, invertir y cuidar el monte, contribuyendo así a un futuro forestal gallego más fuerte, diverso y sostenible. Galicia necesita un monte que genere oportunidades para el medio rural, que contribuya a una industria fuerte y que conserve su riqueza.
José Manuel Iglesias es presidente del Clúster da Madeira e o Deseño de Galicia