Emoticono

José Francisco Sánchez Sánchez
Paco Sánchez EN LA CUERDA FLOJA

OPINIÓN

20 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La polarización fetén es aquella en la que dos partes concuerdan en una cosa: en que el otro polariza con sus discursos, sus argumentos y sus propuestas. Se parece mucho al pecado contra el Espíritu Santo: quien lo comete se endurece de tal manera que no consigue reconocerlo y pedir perdón. Por eso Cristo lo consideró imperdonable. Nadie se reconoce polarizante, siempre se culpa a los otros. 

Encima vivimos una nueva cultura en la que la verdad ni se respeta ni se valora, donde sufrimos una violenta inundación de lo falso, lo inventado, lo construido. Una cultura en la que lo racional pierde frente al emotivismo, algo que imposibilita el diálogo porque quiebra la misma estructura del intercambio de pareceres: si todo es relativo y todo depende de cómo me siento en ese momento, parece difícil poner las bases de un acuerdo. De ahí el reinado de los emoticonos: Basta con un «no me gusta» para frustrar cualquier acercamiento e impedir la respuesta del otro. ¿Cómo se contesta a un «no me gusta»? Hace ya muchos años le escuché decir a un amigo, filósofo importante, que lo que más le fastidia a un nacionalista es que alguien asegure comprenderle, «porque no creen que puedan ser comprendidos y ni siquiera quieren ser comprendidos». Conozco muchísimos nacionalistas que no responden a ese perfil, acaso injusto, pero sirve para ejemplificar el pantano irracional en el que frecuentemente nos movemos, siendo nacionalistas o no.

Semejante entorno ya propicia la violencia, pero si además el contacto real entre las personas mengua y se remite a cuatro líneas emotivas balbuceadas desde un teclado, ni siquiera queda la última línea defensiva que impide la cosificación: la presencia amable del otro.