La jueza de Catarroja

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

Manuel Bruque | EFE

13 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca he entendido muy bien por qué no se puede criticar a la justicia. Pueden insultar al papa fallecido, al presidente del Gobierno o a Melody, pero si se les ocurre criticar al juez Peinado se les va a caer el pelo. En mi opinión, los límites son los de la educación, pero la derecha española lleva décadas haciendo lo que le da la gana y no está dispuesta a que esto cambie.

Cuando alguien critica al citado magistrado, al juez Hurtado o a la jueza Biedma, que afina los cargos del hermano de Sánchez, el Gobierno y sus «secuaces» quieren acabar con la independencia judicial, pero cuando la derecha ocupa el Consejo General del Poder judicial durante años, o se niega a renovar salas en el Supremo, es el juego democrático; «el que pueda hacer, que haga», Aznar dixit.

Vamos a la cuestión. Un caso paradigmático es el de la jueza de Catarroja que ejerce su trabajo con normalidad e independencia hasta que le ha caído el chaparrón, nunca mejor dicho. Basta que haya entrado en la cuestión que le compete, las responsabilidades en la dana, para que se desate una campaña de insultos y manipulación.

Los amigos de Mazón, y en general el Partido Popular y Vox, han comenzado a echar basura sobre la magistrada con el único objetivo de que la cuestión salga de ese juzgado. Según han publicado los medios: «Lío con el marido de la jueza de la dana: los investigados se mueven para tumbar la instrucción».

El marido de la jueza es el juez Jorge Martínez, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Valencia, y, según publican algunos medios, «hay datos que apuntan a que ella recibe ayuda o asesoramiento» de él en la instrucción sobre la gestión de la dana. Una web de extrema derecha reproducía hace unos días una fotografía con el pie: «El marido de la jueza de la dana, cazado dando instrucciones en plena sala». Podía ser una receta de alcachofas lo que el marido recomendaba a su señora, pero no; salvo que salgan las alcachofas en la foto el hombre estaba dando instrucciones. ¿Y si hablaban de qué iban a hacer el fin de semana? Tampoco. En la foto se ve con claridad que el marido le dice: «Pégale duro a Mazón con el mazo». Madre mía.

Ahora voy a hacer ficción. En poco tiempo llegará al Consejo General del Poder Judicial, si sigue existiendo, una queja por una posible influencia del magistrado en la causa, con el fin de buscar la nulidad. Prefiero no descubrir a los lectores lo que va a ocurrir para que permanezcan atentos y hagan apuestas. El topónimo Catarroja tiene su origen en el color de los depósitos aluviales procedentes del barranco de Torrent, que desemboca en la Albufera: allí se formó una pequeña punta que es el origen último del topónimo de este municipio. Ahora, la extrema derecha valenciana quiere cambiar el nombre y que se llame «Cataazul». Tumbarán la instrucción, pero no resucitarán a los muertos.