La manzanilla es una de las plantas más conocidas y consumidas por la población general. Los dos tipos principales empleados para cuidar la salud son la manzanilla alemana o Matricaria recutita y la manzanilla romana o Chamaemelum nobile. Ambas presentan efectos similares en el cuerpo, aunque se considera más fuerte la manzanilla alemana.
Es una planta herbácea, perenne, vivaz y muy aromática de la familia de las asteráceas, que puede alcanzar los 50 cm de altura y está cubierta de pequeños pelos de color verde claro. Se considera nativa de Europa, donde se localiza en diferentes hábitats, aunque también se cultiva en América del Norte y en América del Sur.
En su composición química destaca la presencia de aceite esencial, lactonas sesquiterpénicas y flavonoides que le proporcionan las propiedades que algunos profesionales le atribuyen. Se considera sedante, espasmolítica, carminativa, aperitiva, colagoga, antiséptica, antibacteriana, antialérgica y antiinflamatoria.
Entre sus usos y aplicaciones destacaría que, por vía oral, suele emplearse para mejorar la flatulencia, las malas digestiones, los espasmos gastrointestinales, algunos tipos de jaquecas, dismenorreas y neuralgias.
Se consume en infusión para mejorar trastornos digestivos y afecciones del aparato respiratorio. Sola o combinada con valeriana y tila podría resultar adecuada para aliviar el estrés y reducir el insomnio.
También presenta ciertas contraindicaciones que deben tenerse en cuenta, pudiendo provocar reacciones alérgicas, y no suele recomendarse tampoco ser consumida de manera conjunta con anticoagulantes. Asimismo, podría provocar somnolencia.
Consulte a su médico las dudas que se le planteen y siga sus indicaciones. En ningún caso puede sustituir a los medicamentos que le hayan indicado para el tratamiento específico de sus patologías personales.