Modi mandará menos en la India

Max-Jean Zins PROFESOR AD HONOREM EN LA FACULTAD DE HUMANIDADES DELA UNIVERSIDADE DE SANTIAGO. DIRECTOR DE INVESTIGACIÓN, CNRS-PARÍS

OPINIÓN

Kabir Jhangiani / Zuma Press / C | EUROPAPRESS

07 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El primer ministro Narendra Modi se alza como ganador de las elecciones legislativas en India por tercera vez consecutiva. Con sus 73 años seguirá liderando la democracia más grande del mundo: 970 millones de electores inscritos, de los cuales 640 millones ejercieron su derecho a voto. Pero esta vez N. Modi no ha conseguido alcanzar su meta, ya que la coalición que él encabeza, la Alianza Democrática Nacional, no ha podido superar los dos tercios de los miembros electos de las Cortes. Se queda con 294 escaños, esto es, apenas algo más de la mitad. El partido de Modi, el BJP (Bharatya Janata Party) o Partido Popular Indio obtiene solo 240 escaños, contra 303 en los últimos comicios. La coalición de oposición progresista, India (acrónimo en inglés de Alianza Nacional Inclusiva para el Desarrollo de la India), encabezada por el Partido del Congreso Nacional de Rajiv Gandhi y que incluye más de 20 formaciones políticas, entre las cuales los dos partidos comunistas y el partido regionalista de Tamil Nadu (DMK), obtiene 233 escaños. Otros pequeños partidos se reparten el resto de los asientos. A falta de la mayoría cualificada, Modi no solo no podrá modificar la Constitución india sino que además, necesitará el apoyo incondicional de sus aliados para poder gobernar. La reforma constitucional se queda pues en agua de borrajas y Modi no podrá ni centralizar el federalismo indio, ni abolir la referencia al secularismo en el artículo 1 de la Carta Magna ni sustituir el nombre oficial del país por Bharat, rey mítico hindú en los orígenes de lo que hoy conforma la India.

Lo significativo es que Modi puso toda la carne en el asador para estos comicios: propaganda, control de la prensa, de los cuerpos de seguridad y de la Justicia, financiación, multiplicación de los mítines, entrevistas... además de pulir meticulosamente su imagen en la escena internacional. El mandatario se abstuvo de cualquier debate público con sus adversarios políticos, y la opinión pública asistió al nacimiento de leyendas urbanas sobre su vida privada, supuestamente dedicada en cuerpo y alma a las masas desfavorecidas de su país. La apuesta personalista fue sin duda osada, pero excesiva.

Lo que Narendra Modi no sopesó adecuadamente fue que la oposición consiguió ponerse de acuerdo para presentar una única candidatura por circunscripción, prueba de su determinación en construir un frente común contra las tendencias dictatoriales del primer ministro. Ni tampoco las consecuencias de la inflación y del desempleo estructural en el electorado popular que contaba captar gracias a sus eslóganes sobre el reino de la hinduidad (hindutva), hostil a las minorías musulmanas y cristianas de la India. «Demasiado es demasiado», le ha dicho una mayoría del país.

La India cuenta 180 millones de musulmanes y casi 30 millones de cristianos, disfruta de una enorme diversidad lingüística, religiosa, regional y de castas; su unidad nacional reposa sobre el reconocimiento de lo diverso y lo diferente. Modi y sus aliados nacionalistas hindúes extremistas se han dado de bruces contra la demostración de que la democracia india está protegida por su diversidad nacional.