Un mundo de modelos y de soldados

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

12 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La crónica de agencias no podía ser más certera. «Zendaya, Kim Kardashian, Jennifer López, Rosalía, Penélope Cruz y otras celebridades del momento desfilaron el lunes por el jardín utópico de la Gala MET de Nueva York, que se centró estrictamente en la moda y se mantuvo alejada de los problemas del mundo y también de los de su alrededor. A diferencia de otros años en los que se han visto símbolos políticos, los presentes se zambulleron en el código propuesto, El jardín del tiempo, un relato de J. G. Ballard sobre un planeta ideal con el caos a las puertas; tanto que apenas se advirtió la protesta propalestina fuera de las carpas», según informó Efe.

 Hay dos mundos, pero están en este. Dos realidades paralelas que se cruzan en una acera de Nueva York, con acorazados policías en el medio para impedir que se toquen. Un jardín del paraíso robado de la imaginación fértil de Balladrd adornaba la entrada a la gala del Museo Metropolitan de Nueva York (MET). Mujeres y hombres llegaban con sus vestidos imposibles. Solo pagaban 75.000 dólares por la entrada. Para ellos, lo que cinco euros para usted. Enfrente, un puñado de solidarios les recordaban a gritos que hay guerra en el planeta. Les afeaban su pedestal. La bronca era por la bota de Israel esmagando Gaza hasta el infinito y más allá. La venganza no está conociendo límites. Pero podían haber estado allí también por la matanza casi silenciosa que prosigue en Ucrania, con Rusia avanzando, cadáver a cadáver, todo lo que perdió, gracias a la inapetencia que le ha entrado a Occidente con este conflicto. No acabamos de entender que está a nuestras puertas. En nuestro portal de Belén. No comprendemos que todo se puede ir al diablo en un abrir y cerrar de misiles. Las imágenes de la gala del MET fueron las de todos los años. Atuendos que necesitan explicación, un prospecto de letra minúscula para explicar tanta pose. Trajes con los que resulta imposible andar. Tan difícil debe ser caminar con esas plumas como con los trajes de acero de los comandos que atacan Ucrania o Gaza, solo que lo segundo es infinitamente más peligroso tanto para los que les pagan por matar como para los civiles, que solo cobran los disparos. Y nadie les paga por morir.

Que el mundo era cruel ya lo sabíamos. Pero observar esta contradicción absurda en una calle de Nueva York nos vuelve a abrir los ojos hasta sangrar. Ya nada importa. Sucedía el lunes este baile de máscaras, mientras que al día siguiente Israel cumplía su amenaza y entraba en Rafah tras pedir que cien mil personas se fueran de allí. Como si nada. Una ciudad entera. Más éxodo. Más daño. En esas fechas se conmemoraba el holocausto. La historia se repite. Los cadáveres son todos iguales, sin vida. Putin aprovechaba para conmemorar su nueva coronación como emperador del caos y celebraba su particular gala del MET. Únicamente, el zar ruso variaba el guion para anunciar maniobras con armas nucleares en vez de poner solo a subir y a bajar maniquíes por las escaleras del Kremlin.