Si Televisión Española hubiese querido instruir a los españoles en asuntos históricos y difundir el papel de los grandes personajes de todos los tiempos, habría programado en La 1 uno de los muchos documentales que emite La 2 o un espacio como El condensador de fluzo, también de la segunda cadena. Su apuesta ha sido emitir en el horario de máxima audiencia del primer canal un formato como El mejor de la historia, presentarlo como una carrera contrarreloj entre cincuenta personajes incompatibles entre sí y plantearlo como un desafío de película: al final solo puede quedar uno. Lo único que puede hacer el espectador ante esa propuesta es reírse y entenderlo como una competición de entretenimiento ligeramente basada hechos reales, con argumentarios ligeros y una dosis de divulgación exprés.
Hay quien se toma la selección en serio y se enfrasca en peleas estériles sobre si Andrés Iniesta es mejor o peor que Fernando Alonso o si estos, a su vez, superan en relevancia a Goya, a Hernán Cortés o a Emilio Aragón. La lista es tan loca que hasta la escuálida representación femenina entre los aspirantes al palmarés se convierte en una anécdota. En el primer programa, Federico García Lorca fue el finalista elegido para la gloria a golpe de whatsapp y, en el segundo, Isabel la Católica ganó set y partido frente a Rafa Nadal.