No es una tragedia ambiental

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

ANA GARCÍA

09 ene 2024 . Actualizado a las 08:19 h.

Las medidas que se tomen para eliminar las bolitas plásticas de los arenales gallegos y asturianos deben hacerse de forma coordinada. Lo primero que hay que tener claro, analizada la evolución de lo sucedido, es que no se trata de un desastre ambiental, en absoluto comparable a la tragedia que vivimos con el Prestige. La cercanía de la campaña electoral y el hecho de que llevamos meses en precampaña no está ayudando nada a clarificar los hechos. La rentabilidad política es lo último que hace falta para solucionar la presencia de los microplásticos diseminados por los arenales y defender como queremos todos el medio ambiente de las costas gallegas y, desde ayer, las asturianas.

Es un problema. No hay que negarlo. Es un problema que se debe arreglar sin causar daño al ecosistema. El sector del marisqueo acaba de sufrir elevadas pérdidas por culpa de las fuertes lluvias y no está en condiciones de que una recogida anárquica se convierta en un nuevo daño al ecosistema por razones externas. Las autoridades recuerdan que los voluntarios deben ponerse en contacto con ellos para coordinar con los protocolos necesarios toda actuación.

Otro punto relevante es que debemos exigir responsabilidades al causante. Las fechas son determinantes para ubicar la realidad de los hechos. La Xunta tuvo noticia de la llegada de las bolitas plásticas a una playa por un particular el 13 de diciembre a través de una llamada al 112. Cuando indagó el origen del vertido, pudieron concluir que se debía a uno de los contenedores que perdió el buque Toconao el 8 de diciembre a la altura de Viana do Castelo. La Xunta dice que el Gobierno central lo sabía desde el 20 de diciembre y les avisó el día 3 de enero. Es la armadora del buque liberiano la que debe pagar todo el dispositivo de limpieza y cualquier pérdida que tenga lugar como consecuencia del mismo. El culpable es el que causó el vertido.

Lo peor de toda esta situación es la deleznable tormenta política que no para de crecer, a la caza de votos para el domingo 18 de febrero. Da igual que los primeros análisis hayan sido una noticia favorable para el medio ambiente y que las bolitas no sean tóxicas, más allá de que se trata de microplásticos muy difíciles de localizar en el mar y de limpiar en la costa. Los políticos se han lanzado en una carrera hacia las fotos y las ruedas de prensa en las playas que solo busca el rédito inmediato de cara a la cercanía de las urnas. Tanto énfasis alejado de lo que los datos empiezan a señalar hace pensar en que los partidos, además de preocuparse por la costa, lo que tratan de verdad de pescar es el mayor número de votos posibles creando una tormenta de falsedades. El vertido existe. El responsable debe pagar. Y las autoridades deben protocolizar su recogida de forma ordenada y con sentidiño. No precisamos declaraciones altisonantes, que no buscan solucionar el problema, sino aprovecharse de él. Necesitamos poner fin con los medios necesarios al vertido. Nada más y nada menos.