Jurar la Constitución

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

Ballesteros | EFE

30 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Mañana, 31 de octubre, la princesa Leonor jurará la Constitución ante la Cortes Generales. El acto se celebrará en el Congreso de los Diputados. Años atrás, en 1986, el entonces príncipe de Asturias estrenó esta solemnidad. Digo «solemnidad» porque el acto en sí mismo es ceremonioso y relevante. Las grandes ceremonias no están de moda en España. Aquí somos capaces de ensalzar lo fútil y acallar lo solemne. Hay ejemplos variopintos, me limito a uno. La firma del acuerdo de Gobierno entre PSOE y Sumar (acuerdo de Gobierno sin gobierno, paradójicamente) estaba revestido del boato de las grandes ocasiones. Algunos medios de Madrid, y la televisión pública que pagamos todos los españoles, lo ensalzaron. Sin embargo, todo resultó tan pueril, que algunos sentimos pudor. No se puede ostentar altos cargos de la Administración pública y decir que «votamos para ser más felices» (Yolanda Díaz). No podemos banalizar tanto la función de los gobiernos o los gobernantes. Me pregunto qué harían los grandes políticos de la historia de España, ya fenecidos, si levantasen la cabeza y contemplasen el acto acontecido en el Museo Reina Sofía. Adónde hemos llegado, se preguntarían. Después conocerían que mañana la princesa Leonor jura la Constitución. Se alegrarían. Y más tarde su rostro se tornaría mohíno o triste al saber que el Bloque Nacionalista Galego, Esquerra Republicana, PNV, Junts y Bildu no acudirán a la jura de la princesa. ¿Por qué? A mí me parece incomprensible.

Digo que no lo puedo entender porque la Constitución de 1978 ha propiciado el período de mayor prosperidad de nuestra historia. Salíamos de un túnel negro, censor y totalitario. Y fuimos capaces de entendernos. Los de la izquierda con los de la derecha. Los nacionalistas con los no nacionalistas. La Constitución nos ha acicalado con el aire de la libertad y del verdadero progreso. Ha sido el marco donde hemos crecido, donde nuestra enseñanza ha mejorado para situarse a la cabeza de Europa, donde la sanidad ha dado lecciones de buen hacer a los países más desarrollados, donde los servicios sociales han atendido a todos aquellos que los han necesitado. Reprochar la Constitución es negar todo lo que hemos avanzado. Es negar, dije y reitero, el período de mayor prosperidad de la historia de España. Por todo ello, mañana los constitucionalistas estaremos felices. Por la Constitución y porque la princesa Leonor, que será nuestra reina, se compromete con los valores que la carta magna protege, ensalza y pondera. Cinco agrupaciones políticas ya han avisado que no acudirán al Congreso. A mí me parece grave. Y no únicamente porque con este gesto patenticen su denuesto reiterado a la monarquía parlamentaria, nuestro sistema gubernamental, sino porque los cinco partidos citados en cierta manera van a decidir el futuro de España. Pactar con ellos es estipular el rechazo a la época más «feliz» de la historia de España. No es asunto menor.