La paradoja DiCaprio

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

Mohammed Badra / POOL | EFE

01 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El penúltimo capricho de los que pueden permitírselo todo son los vuelos en jet privado en los que el perro o el gato del pasajero viajan también a cuerpo de rey. Carísimos vuelos intercontinentales a miles de euros para que durante esas horas el chucho no pierda comba en su rutina de lujo. Sus dueños adinerados pueden defender que se trata del bienestar animal. Cuando, en realidad, es el bienestar de su animal. Hay personas empeñadas en servirles en bandeja argumentos a los que niegan el cambio climático. Hasta se podría bautizar la paradoja DiCaprio. Predicadores medioambientales que son habituales del yate o incluso de la autocaravana kilométrica con salón, un salón que luce maderas nobles (caso real en el caso de Leonardo). En este caso, las comparaciones, más que odiosas, son dañinas. Oiga, que el tipo que le está diciendo a usted que diga adiós a su tractor o a su coche diésel y que le recomienda que tase su consumo de chuletones resulta que genera en un año una huella de carbono digna de una civilización entera. Los que se erigen en símbolos de ciertas luchas tendrían que mostrar un mínimo de coherencia, o al menos aparentarla. Que luego la gente se convence de que con un geranio en el balcón o una macetita de lavanda en la terraza basta para revertir el daño, o compra la simpleza de que igual es mejor tener un invierno un poquito más caliente, como si el problema se redujera a eso, a la puntita del iceberg del deshielo. Y para mejorar el cuadro, llegan los que lanzan pinturas a cuadros y edificios, o supuestamente se pegan en obras de arte, aeropuertos o carreteras. Se pegan por la causa, pero con cola. Y luego que lo limpien otros. Un círculo más vicioso que sostenible.