Euforia de Sánchez

Carlos G. Reigosa
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OPINIÓN

Toni Albir | EFE

25 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El presidente Pedro Sánchez no oculta la euforia ante su posible próxima investidura, muy seguro de que «habrá cuatro años más de Gobierno progresista». Lo cual ciertamente es posible, pero no parece que se pueda hablar con tanto optimismo, a la vista de lo que han manifestado los líderes de partidos políticos como EH-Bildu, PNV, Junts per Catalunya o ERC, que han desvelado nuevos horizontes de reivindicación económica y de confrontación política. Algo en lo que Sánchez no habría reparado, quizá porque no quiere que nos distraigamos con lo que pudiera perjudicarlo. 

El presidente del PP, Núñez Feijoo, ha insistido en acusar a Sánchez de estar llevando a España hacia una «degradación moral» por su «conveniencia personal». El líder popular no percibe respuestas coherentes desde el Gobierno ante las exigencias anunciadas por independentistas catalanes y vascos, que pintan con claridad un horizonte político conflictivo. Algo que el líder del PSOE prefiere situar en un tiempo posterior al actual de un Núñez Feijoo sin una perspectiva real de alcanzar el poder.

Decía hace poco el escritor Arturo Pérez-Reverte que «por mucho que triunfes, siempre hay un iceberg esperando al Titanic». En este caso, la imagen parece oportuna, porque lo único que cambia en nuestro ámbito político es que se está sorteando el iceberg de la confrontación hasta después de la designación de Sánchez, el cual comparecerá con muchas incógnitas y también con bastantes cargas en la mochila.

El conflicto está ahí y probablemente fluirá con fuerza tan pronto como su reelección sea un hecho, porque estamos ante una etapa que apunta hacia la confrontación, con choques políticos predecibles y casi todos ya anunciados. Pero Pedro Sánchez está convencido de que España no cuenta con ninguna otra baza mejor. Lo cual es muy propio de él, que quizá siempre ha apostado antes por sí mismo que por su propio proyecto. Y esto es lo que previsiblemente nos ofrecerá una vez más. Generando desconfianza en derredor, como han advertido los ahora discrepantes Felipe González y Alfonso Guerra.