Trans como divertimento

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MIRA Y VERÁS

OPINIÓN

16 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El jueves arrancó Gran Hermano Vip después de años sin emitirse, y nos ha dejado noqueados. Es imposible no abrir la boca y los ojos ante un casting en el que cabe de todo: está Karina, a sus 76 años; está Gustavo, el chófer de María Teresa Campos, que así le guarda el luto en la tele; está Jessica Bueno, ex de Paquirrín y de Jota Peleteiro, que quiere pasar desapercibida y se mete en nuestros salones, y también está, entre muchos otros, Javier Fernández, campeón del mundo y de Europa de patinaje. Sí, lo sé, es todo muy inexplicable. Pero el sinsentido juega siempre a favor en los realities. El desconcierto suma en estos casos, sin embargo, hay un tufillo que revuelve y es difícil de digerir: la necesidad que se ha generado en estos programas de meter lo trans como divertimento. Los que caímos rendidos a Wendy Guevara, transexual ganadora de GH Vip en México, que ha supuesto toda una revolución social allí, no entendemos que se replique ahora en España en la figura de Albert Infante, transformista al que no le quito mérito ni gracia. La tiene, pero parece que en la televisión se está confundiendo normalizar y visibilizar al colectivo con establecer cuotas en aquellos programas en los que tiene que haber un graciosete o gracioseta con barba y vestido, en una vuelta al chiste de los mariquitas que marcaron a mi generación. No parece, desde luego, el camino más vip.