El espíritu chanante que muchos añoran en el humor vuelve a la pantalla con una serie pequeña que se centra en la monotonía de la vida normal en un barrio normal y con gente normal. Personas que no viven peripecias trepidantes, sin casas de revista ni armarios de Instagram. Personas que con subsistir y sortear su latosa cotidianidad ya tienen bastante. Poquita fe, de Movistar+, es una comedia costumbrista en la que no sucede nada más allá de las pequeñas cosas del día a día, las relaciones de pareja en una existencia sin emociones, la carne que sale dura el día que los suegros vienen a comer, los padres que quieren a una hija más que a otra.
Los doce capítulos que componen la serie, uno por cada mes del año, se articulan como una tira cómica de apenas quince minutos, lo que la convierte en la serie más fácil de devorar de este verano. Es adictivo acompañar a Berta (Esperanza Pedreño) y José Ramón (Raúl Cimas), que parecen vencidos por la realidad, en esa tediosa monotonía donde las cosas más nimias adquieren una trascendencia sobrevalorada. Al estilo de lo que han hecho títulos como Modern Family, el retrato de la rutina está salpicado por las explicaciones de los personajes a cámara, que son lo mejor de esta ficción y lo que subraya su humor certero y melancólico.