Elecciones y localismos

Pedro Armas
pedro armas A MEDIA VOZ

OPINIÓN

MARÍA JOSÉ LÓPEZ / EUROPA PRESS | EUROPAPRESS

28 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Localismo, según la RAE, es la preferencia de alguien por determinado lugar. Para un político que se presenta a las elecciones locales, ese lugar es el municipio a cuya alcaldía aspira. Yi-Fu Tuang, geógrafo chino estadounidense, acuñó los conceptos de toponegligencia, topofobia, topofilia y topolatría, para referirse a la indiferencia, la aversión, el amor o la idolatría que siente un habitante por su hábitat. El candidato que se presenta a las elecciones locales ha de ser topólatra, pero con matices. No vale ser un demagogo que practica la política de ganarse el favor popular con halagos sobre la identificación con el territorio y la pertenencia al mejor lugar del planeta. Era más auténtico el localismo enrollado de Tierno Galván, o el capitalino de Paco Vázquez, que el ostentóreo de Jesús Gil; como es más auténtico el localismo voltaico de Abel Caballero que el errático de Almeida, derivado del localismo cervecero de Ayuso. 

Es normal que los candidatos defiendan a su ciudad y que, si llegan a ser alcaldes, lo sigan haciendo. También que urbes próximas compitan entre sí por las infraestructuras (puertos, aeropuertos, ferrocarriles, autovías), las instituciones (agencias estatales, carreras universitarias) o las empresas (captación de multinacionales, parques tecnológicos). Es normal hacerlo en campeonatos deportivos (derbis). Pero no lo es que, para defender a la ciudad propia, los candidatos tengan que atacar a otras, pues, mientras el localismo propositivo, a menudo egoísta, es comprensible, el sustentado sobre la crítica al vecino es inadmisible. Las rivalidades urbanas, si aportan más competencia en la carrera por el desarrollo, son positivas (Bilbao-San Sebastián, Sevilla-Málaga). Los localismos hipercríticos con las ciudades próximas son estériles, aunque puedan suponer unos cuantos votos más en las urnas. Parecer ser que los votantes gallegos más jóvenes no tienen en cuenta esas dicotomías en la parte alta de la jerarquía urbana (Ferrol-A Coruña, A Coruña-Santiago, Pontevedra-Vigo, Vigo-A Coruña) y menos en las áreas metropolitanas (Ferrol-Narón, A Coruña-Arteixo…). Pero la pirámide de población está muy envejecida y hay candidatos que en campaña tiran de un localismo mal entendido.