
A lo largo de la guerra entre Irak e Irán (1980 ? 1988), EE.UU., Gran Bretaña y Francia, suministraron una gran cantidad de armamento al régimen iraquí. Aunque Irak era el país invasor, —no entraremos aquí a debatir las provocaciones por parte del régimen teocrático de Irán—, y pese a que la campaña se presumía corta y eficaz, los errores tácticos de Sadam Huseín y la resistencia de los iraníes prolongaron el conflicto más allá de lo humanamente soportable. Sin vencedores, pero con dos países arruinados y asolados, la posguerra resultó aún más difícil y dolorosa que el propio conflicto armado. En el caso iraquí, pese a nadar en petróleo, la caída en picado de los precios y la sobreproducción por parte de Kuwait, así como la negativa de este país a condonar o, al menos, retrasar la devolución de los préstamos colocaron a Sadam en una posición absolutamente insoportable: ni obtenía los ingresos necesarios para pagar la deuda y reconstruir el país, ni quería una intervención internacional en sus finanzas. El resultado fue la terrible huida hacia adelante con la invasión de Kuwait en agosto de 1990 y el colapso total del país más próspero y progresista — política aparte— de Oriente Próximo.
Esta semana, los 46 países integrantes del Consejo de Europa, se han reunido en Reikiavik para aprobar la puesta en marcha de un «registro de daños» causado por la invasión rusa de Ucrania al objeto de establecer las compensaciones que Moscú deberá de pagar a las víctimas así como para la reconstrucción de todo lo que está destruyendo en el país. El registro de los daños, además de requerir una ingente labor de recopilación de datos por parte del organismo encargado del mismo que se instalará en la Haya, no tendrá sentido sin la implementación de un sistema para recabar los fondos necesarios y la ejecución de los pagos. La cuestión es, a la vista de precedentes y errores como el iraquí, el tiempo que tardará este organismo en actuar, de ahí la premura para su puesta en marcha. Porque la justicia no suele entender de las necesidades de supervivencia sino de legalidad y los ritmos son muy diferentes.